SARKOZY DETENIDO.
El anterior Presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, ha sido
detenido y se ha pasado en los calabozos
una noche y posteriormente, interrogado por la policía. Se le acusa de
financiación ilegal de su campaña electoral, pero no se le pudo enjuiciar
durante su mandato por estar aforado. Una vez de abandonar el cargo, ha cesado
este privilegio y quedado sometido a la
ley como un ciudadano más. Se le ha puesto en libertad con cargos, por lo que
va a seguir imputado. La noticia supondría un bochorno, tanto para el ex presidente
como para la nación francesa, tan celosa por el prestigio y el protocolo de la Patria. “Eso no podría
suceder en España, sería humillante y socavaría sus fundamentos, dado que somos
una de las naciones más antiguas y prestigiosas del mundo”. Así se expresaba un corresponsal español en
París en su crónica en la que comentaba la noticia. Y tenía razón, puesto que
aquí estaría aforado y si no, sería aforado de inmediato por medio de una ley
ad-hoc, como se ha hecho con el antiguo rey. Pero no sólo se libraría el rey:
aquí hay unos diez mil personajes y personajillos con los que la justicia
pincharía en hueso y no pasaría nada. Por eso el sentimiento que surge es de envidia y de tristeza al comparar la
justicia española con la francesa. Es que muchos ciudadanos no han olvidado que en 1789 tuvo lugar la Revolución Francesa y que, con
mucho dolor e incluso injusticias, el régimen monárquico se abolió y se creó la
República con el revolucionario lema de “Libertad, Igualdad y Fraternidad”,
determinando que todos los ciudadanos son iguales ante la ley, En España
también lo dice la Constitución en su artículo 14, pero se trata sólo de una
licencia literaria, pues aquí el juez que pretenda hacer efectivo ese precepto tendrá
muchos problemas, incluso puede que se le procese a base de interpretaciones
retorcidas de la ley. Por eso el sentimiento de inferioridad de la población
crítica española al ver que en Francia las leyes deben ser cumplidas desde el
Presidente hasta el último ciudadano. Y así nos van las cosas, pues tenemos
unos políticos que se las ingenian para ver cómo pueden saltarse la ley, pero se muestras intransigentes
para que los demás la cumplan, aunque sea con la connivencia de jueces que se
prestan a aplicar lo que “sugiera” el que tiene el poder. No sugiere.Muñoz
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