LA DIPLOMACIA DE LOS GRINGOS
Citaba uno de los generales
famosos de la guerra de la antigüedad que “lo fácil es iniciar una
guerra, lo difícil es terminarla” No parece que sea ese el criterio de los yankees,
pues la guerra contra España para expulsarles de Cuba se inició con un conjunto de disparates. En Irak, en represalia
por la destrucción del World Trade Center
se inventaron que Sadam Husein poseía “armas de destrucción masiva”, que
finalmente se demostró que era una
patraña, aunque ya después de arrasado. Y ello a pesar de de la presencia de
nuestro José Mari Aznar como miembro del prestigioso “Trío de las Azores”. Ahora acusan a Irán de
bombardear dos petroleros en el avispero del
Estrecho de Ormuz. La Casa Blanca
no se ha enterado de que una de las muchas agencias de inteligencia se ha declarado
autora de la hazaña. El citado genio de la guerra antigua fue el mentor del silogismo: “La inteligencia
de los poderosos está en proporción inversa a la fuerza que poseen”: a mayor capacidad destructiva, mayores despropósitos.
Esa debe ser la causa de que Trump ha solicitado
a Borrell que su contencioso con Iran lo gestione el Tribunal
Supremo Español habida cuenta del prestigio internacional que ha adquirido con ocasión del
espinoso procés catalán. El juez justiciero, Marchena, ha agradecido la deferencia, pero ha declinado su intervención, puesto que bastante marrón tiene con el cariz del 1. O. Teme tener que pedir a Trump el exilio en USA cuando el TEDH revoque la
sentencia del procés y dejar libres a
los ahora acusados en prisión y que los
exiliados puedan volver sin riesgos de ser detenidos acusados de enfrentarse a los “piolines” por arrojarles globos con
agua y ramos de claveles. España
se enfrenta con su prestigio a la Leyenda Negra y recibe la
solidaridad de las instituciones financieras mundiales.