OFENSA A DOÑA JOSEFA HERNANDEZ
Vaya por delante el homenaje a la dignidad y valentía de la
señora Hernandez, de Betancuria, Fuerteventura. Al margen del trato mediático
miserable que han dado los ios de
difusión que ya es cosa perdida, si es oportuno reflexionar
sobre la actuación de la jueza, del ministerio de justicia y especialmente del
oportunismo con el que el gobierno de España ha tomado este atropello como un
acto más de propaganda electoral. La
decisión de la jueza, que se ajustará
escrupulosamente a las leyes vigentes, faltaría más, muestra a un personaje sin
sentimientos, soberbia, que seguramente
ya lo estará lamentando, pues va a gozar del privilegio de que la opinión
púbica la considere el prototipo del
juez vengador español. Sería deseo de la colectividad que responda ante su
conciencia por su actitud y le haga recapacitar
y de paso a los jueces que emiten sentencias tan inhumanas. Sí parece que la
jueza ha actuado con cierta voluntad vengativa ante la actitud aparentemente
rebelde de doña Josefa, quien, con una pensión de 350 € tiene que atender a una
hija enferma, otra que ha defendido con vigor a su madre, un hijo en paro y
varios nietos. Alguien tendría que explicar a Su Señoría si cree que es posible
en esas condiciones derribe su vivienda
por “hallarse en espacio protegido” y dejar a la familia a la intemperie. Dirá
la jueza que esas son aspectos ajenos al juicio, que ella se limita a aplicar
las leyes promulgadas por los legisladores. En consecuencia, le condena a seis
meses de cárcel y la hace ejecutar. Nada de compasión ni valoración de circunstancias
personales ni el rechazo social de tan cruel medida.. Lex dura lex, es el
riguroso principio que no tiene inconveniente en aplicar. La miseria continúa
porque el gobierno quiere sacar réditos electorales y hace que la condenada pase
por la cárcel, aunque con la idea preconcebida de indultarla, para demostrar
que España es un estado de derecho. Ahora las instituciones se apresuran a
buscar una solución ante el descrédito que ha generado esa decisión política
con la que ha tratado un asunto de justicia a una persona sin recursos, pero
con el coraje y la sencillez de quien en su debilidad ha dado una lección a ese Leviatán que hace
méritos para que se le niegue el voto en las próximas elecciones.