DIVULGAR LA INFORMACION CIENTIFICA
Cuánto se goza cuando escritores sin conocimientos
científicos específicos, aunque curiosos por conocer los avances de la ciencia,
logran hacer entender , aunque sea parcialmente, los secretos que encierran los
descubrimientos de científicos que van avanzando poco a poco y a base de la
penosa alternativa error, error, acierto. Pero lo que incentiva a los profanos
es lograr entender la terminología de los expertos, pues la barrera
infranqueable está en su terminología y en la explicación de los conceptos. Ciertamente
hay una científica imprescindible en
todas las ciencias. Y querer vulgarizarlas para ponerlas al alcance de no científicos es imposible. Pero se puede
sospechar que algunos de ellos se escuden en la terminología como un medio para
resaltar su categoría social y científica, como tratando de ser valorado a base
de ser excluyentes por medio de la manera de expresarse. Por eso se agradece
cuando de vez en cuando se publica algún libro desarrollando una tesis científica compleja, pero que logra divulgarla para que
el público interesado consiga penetrar en las maravillas que contiene la
naturaleza, el ser humano, la medicina,
la biología, y tantas y tantas facetas
del conocimiento. Normalmente esos divulgadores a los que se les entiende sus
puntos de vista suelen ser excelentes comunicadores, pero no científicos, pues
no utilizan la terminología sofisticada ya que no la dominan. Además, son
capaces de explicar al lector el significado de términos complejos por medio de palabras o
ejemplos comprensibles. Es el caso de Ignacio Marco-Gardoki, quien ha editado
un libro con el título: “Apuntes sobre la evolución humana”. Es un periodista
que tiene la facultad de hacerse entender y que, para evitar la rudeza de los
términos excesivamente técnicos, a lo largo de su obra mantiene un diálogo con
el lector en términos amistosos como para animarle o para ironizar afirmando
que él mismo está al nivel de conocimientos que el lector. De manera que la
aridez propia de la expresión científica la suaviza con explicaciones muy
didácticas y con ironías propias de un autor con amplio dominio de la
psicología, después de haber hecho el esfuerzo de hacer asequible la
terminología científica. Porque, además, pone a disposición del público normal
los maravillosos acontecimientos sucedidos desde el principio de los tiempos y
que, entre otras cosas, divierten y humanizan a una sociedad tremendamente
centrada en los problemas cotidianos e ignorante de la historia de la evolución
que resulta apasionante y que nos hace más humildes.. .
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