Historias
para meditar.
UN TONTO ANTE LOS TRIBUNALES
UN TONTO ANTE LOS TRIBUNALES
-Tú tienes que aparentar
cuando vayas a declarar que eres un tipo primitivo, ignorante y que es fácil
engañarte. Aunque te parezca humillante, si quieres ganar el juicio.
-Mira, -le dice Deseo, la Jefa: los juicios no los ganan los que tienen la
razón, triunfan los osados y la
convicción de que lo lograrán. Los abogados somos la imagen real de la sociedad, capaces de demostrar ante un tribunal la tesis
de los que nos contratan. Y si otro cliente en las mismas circunstancias tiene
que defender lo contrario, los abogados utilizamos los mismos argumentos sin
que se nos mueva un pelo del bigote.. Saber mucho de leyes no es imprescindible, es más, creo, que es contraproducente: hay que
estar convencido de que se puede; y
lograr trasmitirlo al juez que va a sentenciar, pues éste se limita a aplicar
leyes por un embudo, sea cual sea el contexto o las circunstancias. Saben que tienen asegurado un buen sueldo y que no incurren en responsabilidad nunca. En caso
contrario, es indultado sin que le salgan los colores. Por eso alardean con suficiencia de que en el estado de derecho la seguridad
jurídica es el fundamento de la democracia de la que ellos son los guardianes…y
otros cuentos al uso.
Así instruían a su cliente las abogadas/os que le
llevaban el caso por la venta de títulos
preferentes de EROSKI.
Continúa Deseo:
- Se trata de una estafa legal consentida por los organismos
oficiales a los bancos para salvarse de entrar en default. Nuestra defensa se basará en argumentar que los productos
financieros vendidos son de contenido complejo y que su comprensión no está al alcance de cualquier mente.. Por
ello tenemos que dar una imagen de la limitada capacidad intelectual del
comprador de los títulos
Desde el primer momento los/as
letrados/as le inspiraron confianza
porque extrañamente se mostraron humanas y deseosas de solucionarle el
problema, más allá de la minuta que le pasen, ya que comprendían la injusticia
de que era víctima por la escasa capacidad mental de aquel viejete simpático. Aunque
admitir ser mentalmente limitado le hería su orgullo. Curiosamente se llamaba Sócrates, como muestra de las ironías que
reserva la vida a la especie humana.
Deseo era tímida y callada;
empleaba un lenguaje depurado y académico, eludiendo expresiones populares. Disfrutaba al
aleccionar, provocar y discutir con Sócrates a fin de conseguir convencerle de que
fingiera tener escasas entendederas.
-.No emplees palabras raras,
muéstrate tosco, más aun de lo que
aparentas. Incluso pon cara de tonto, de
que no entiendes nada.
-Pero no se darán cuenta los del tribunal de que no se
puede ser tan tonto? No sospecharán que queremos montar una farsa para engañarles?
Responde Sócrates ofendido.
–No hombre, no. Que el juez ni te escuchará,
no ves que es un juicio que repite mecánicamente casi a diario durantes años por las dichosas preferentes? La clave es
que no resaltes por nada, si de algo tienes que hacer hincapié es de lo
ignorante y obtuso que eres.
Así se le explicaba cariñosamente y con toda
paciencia y atención Metanol, el otro abogado que fue
quien le defendió en le juicio.
Metanol mostró su capacidad profesional, pero especialmente su
sensibilidad, paciencia y aguante ante las “genialidades” que se le ocurrían a
Sócrates.
-A ver, Sócrates, es que
detrás de tu apariencia tan tosca, quizá se vislumbre que puedes estar jugando
a dar lástima y que se esconde un tipo agudo y brillante. Si te digo la verdad,
es muy difícil esa interpretación, pero tenemos que prevenir todas las alternativas
si queremos meter con seguridad el gol a Caja Laboral que es quien te ha dado
gato por liebre.
Quería controlar a Sócrates para que no le surgiera
el inoportuno orgullo del tonto que se cree el listo y piensa que es a los
demás a los que hay que vigilar.. Son muy peligrosos porque suelen decir las
verdades y estropean cualquier estrategia planteada. Había que ser prudentes
porque ya lo dice el refrán: “No hay mayor peligro que un tonto con un lápiz”. Lo ponen todo perdido y creen que son artistas incomprendidos.
Llegó el día de la vista: se
celebró en Bergara a instancias de CLP, pues confiaban que algunos jueces
podrían compartir las ideas románticas del cooperativismo y fueran benévolos con el chanchullo
montado para engañar con milongas a viejos y jubilados.
Antes de entrar a la sala
Metanol hizo repasar detalladamente a
Sócrates todo el guión, pues no se fiaba de ser capaz de recordarlo. Comprobó con
satisfacción que aparentaba más tonto de lo que era en realidad. Estaba seguro
de que tendría un veredicto favorable.
La actuación de Sócrates
resultó razonablemente correcta, aunque con algunas sombras, especialmente
cuando, en su turno, la abogada defensora de CLP expuso su erudito alegato con sólidos argumentos y
cuando tocó a Sócrates responder a sus preguntas. Porque éste se limitó a expresar
vaguedades inconexas tratando de mostrar
ser un pobre iluminado. Pero tuvo la fatalidad de emplear una frase algo
compleja, lo que encendió las alarmas de Metanol. Todo quedó en un susto.
Después, depuso el director de la oficina con la que operaba
habitualmente Sócrates. Aportó datos y multitud abrumadora de artículos y
colaboraciones de prensa escritos por el demandante, pretendiendo demostrar que
era un intelectual que estaba fingiendo desconocer el producto financiero y haber sido engañado por la CLP. Afirmó
que Sócrates era economista. Este se esforzó aun más por enfatizar sus
limitaciones..
En las conclusiones Metanol
estuvo brillante, agudo y con sencillez demostró que su cliente fue víctima de
una publicidad engañosa. Resaltó las “virtudes” intelectuales
y morales de Sócrates demostrando que un producto financiero tan complejo no puede ser colocado a un anciano sin preparación económica ni mental. Tanto, que su defendido se
sintió íntimamente ofendido por estar evidenciándose
tan palpablemente sus limitaciones. Pero
satisfecho porque gracias a la actuación del abogado no dejó ninguna duda ante
la jueza de que se trataba de una estafa apoyada por las autoridades
financieras españolas.
Finalizado el juicio, Metanol se cuestionaba en su
interior sorprendido cómo se podía aparentar
una imagen tan evidente de ser un tonto integral. Se trataba de un genio
de la escena o verdaderamente de un
necio?.
Le preguntó cual era su impresión,
puesto que la suya propia era pesimista, ya que, según su punto de vista, Sócrates había cometido algunos errores de
bulto. Al final tranquilizó a su cliente y no le dio demasiada importancia, ya que la
jueza no se percató de nada, pues allí estaba escribiendo sin levantar la
cabeza, quizá, al novio o jugando con la PlayStation, en vista
del aburrimiento que le producía asistir
a una comedia que tenía que repetir frecuentemente. Sócrates, en cambio, estaba
seguro del triunfo, más que nada porque
estadísticamente el despacho de sus abogados tenía un 95% de éxitos en los
juicios sobre las preferentes. Pensaba que sería mala suerte estar entre los
del 5% de fracasos..
Pasaron los días y Metanol llamó a Sócrates tratando de dar un tono de suspense, emoción e
intriga de broma a la noticia: habían
ganado el juicio y se condenaba a CLP a devolver el importe reclamado más las
costas. Sócrates, como era de esperar, no entendió el gag del abogado, pues
creyó que quería dulcificarle la noticia
de que habían perdido.
La realidad era que Sócrates
estaba seguro de que los argumentos contundentes y las pruebas aportadas por la Laboral demostrarían que
toda la defensa urdida por Metanol y Deseo eran poco consistentes, pues éstos
desconocían que Sócrates escribía en la
prensa infinidad de artículos y cartas llenas de acritud en contra de todo y de todos
Claro que a favor de los demandantes estaba la
jueza que parecía no enterarse de que estaba dirigiendo un juicio y
que seguramente para redactar su sentencia se limitaría a copiar una cualquiera de las
muchas ya falladas anteriormente..
Así terminó toda la comedia y
Sócrates se sentía exultante por haber logrado dar caña, tanto a CLP como
institución, como a la autoridad financiera española que era realmente la
cómplice necesaria, puesto que hasta en la UE se clamaba a favor de los ancianos estafados que se movían como fantasmas por desconocer
qué camino seguir, aparte de asistir a
manifestaciones multitudinarias a lo
largo de la geografía hispana que la policía se encargaba amablemente de
reprimir.
Su estado de ánimo era tan optimista, que en
un alarde de euforia invitó a Deseo y a
Metanol a comer para agradecerles su apoyo y profesionalidad más allá de lo que serían las
normas que rigen en la profesión. Aceptaron encantados y se propuso organizar el
banquete con intención de deslumbrarles.
Meses después, Sócrates, muy
aficionado a los pleitos, tuvo que afrontar
un contencioso legal contra el
Ayuntamiento que requería la asistencia
de un abogado para no incurrir en algún error . Pidió a Metanol que se ocupara
del asunto, pero no le era posible, pues tenía su agenda completa. Sin embargo,, dada su disposición para ayudar
a todo el mundo, le propuso que se lo encargara a Lará Lalá, una compañera abogada del
despacho. Su gestión fue decisiva y
rápida, pues todo el trámite, que estaba vinculado con complicados aspectos familiares, lo solucionó
de inmediato. Además, cuando le pidió que le pasara sus honorarios respondió
con naturalidad que era “obsequio de la casa” Elegante y natural ella.
El
Ayuntamiento cesó de incordiarle, pues es sabido que es ésa su misión: someter a la ciudadanía al suplicio
cuando debe tramitar algún asunto, puesto que el funcionario ejemplar es el capaz de encontrar algún detalle mínimo para que los asuntos de tramite se conviertan en
laberinto y que no sea posible
solucionar por la vía de la lógica.
Pero Sócrates tenía también
una característica oculta: además del coraje que le produjo que para lograr el
éxito en las preferentes tuviera que simular ser tonto, era roñoso integral y pagaba sus deudas tarde o
trataba de no pagarlas con argucias, lo cual tendría consecuencias para el
desarrollo de esta historia.
Como se había comprometido a
invitar a comer a los abogados, incorporó a dicho festejo a la eficaz Lará
Lalá. Quiso ser rumboso y que lo percibieran. Para ello reservó mesa para
cuatro en Arzak, en Donosti a nombre de
EROSKI,. El menú lo dejó al criterio de Juan Mari, quien, además, deseaba
impresionar a los bilbaínos que tanta fama de faroles tienen.. El precio del
menú era abierto: sin límite, que se viera “que somos de Bilbao”. Había que ser
agradecido e impresionar a aquellos abogados tan eficaces y amables, aunque les
reservaba una sutil venganza por obligarle a parece tonto.
El ambiente en el restaurante
era top, con un toque de buen rollo de amiguetes de mundo, pero con pasta y
exitosos. Salió Arzak a saludarles y mantuvieron
una charla animada e ingeniosa, como
correspondía al estilo y a la categoría de los clientes de uno de los
santuarios mundiales del buen comer..
Finalizando, Sócrates se
disculpó diciendo que iba a los servicios, pero era para pedir la cuenta. Iba
literalmente “cagao”. Estuvo al borde del infarto, pues subía a alrededor de
los mil euros. Para pagar entregó la tarjeta de EROSKI que se da gratuitamente a todos los
clientes para fidelizarles, pero no para
efectuar pagos. Bien lo sabía, pero se trataba de una “retirada” estratégica. Fue
al guardarropa, pidió su gabardina y salió
a hurtadillas hacia el parking.
Mientras, los tres
abogados/as charlaban animadamente, aunque pasaba el tiempo y Sócrates no
venía, por lo que uno de ellos preguntó al chef se había visto salir de los
servicios al que estaba comiendo en su compañía. Le respondió que había salido,
que se había llevado la gabardina, pareciendo que no tenía la intención de
volver. Fue a la mesa, donde estaban los demás contándoles que Sócrates se
había esfumado y que les había dejado el marrón de la cuenta. La pidieron y
tuvieron que pagarla de sus bolsillos. Estaban tan sorprendidos, que no entendían nada, aunque al final les dio
un ataque de risa a carcajadas sin poder aguantar, aunque tuvieron que hacerse
cargo de la cuentita
.
Aquella era la venganza que
les tenía reservada el simpático y amable viejete por haberle obligado a fingir
ser tonto delante del tribunal, pues, como antes se indica, además de roñoso y
orgulloso, no perdona nunca a quien intente burlarse de él. En todo caso el
malvado anciano quedó ladinamente satisfecho, confiando que no les volvería a
ver y que aquella era una gesta que mostraría que no era un tonto como le
habían hecho creer, sino un tipo “ingenioso”. Aunque, en el límite de su osadía
pensó si sería “ética” su actuación. O sea que alardeaba de principios.
Pero la expectativa de no volverles a ver sólo fue un sueño, pues le
habían denunciado por estafa. El día de la vista Sócrates comprobó que la jueza
que presidía era la misma que le dio la razón en Bergara en
el juicio de las preferentes. En este juicio si mostró atención y sometió al
acusado a fuerte pressing. Los abogados
le machacaron sin compasión, estando convencido
que iría a prisión. Al finalizar la jueza le preguntó si tenía algo que alegar,
pero Sócrtates ni contestó, trataba de actuar como en el juicio en el que le
dio la razón.
. La jueza le dice:
-Usted en esta ocasión no me
va a engañar, pues en Bergara me convenció de su incapacidad mental, pero veo
que es un maestro de la simulación, capaz de fingir y liar a todo el que se
relaciona con usted. Allí me la metió “doblada”, con perdón por la expresión.
No obstante, me ha parecido todo el relato de su fértil imaginación tan
inverosímil y que posee principios anarquistas tan imaginativos, que no lo voy
a tener en cuenta, aunque le condenaré a una pena también llena de ingenio. En
cuanto a la materia de la que se ha tratado en este juicio, será objeto de mi reflexión y ya le llegará la sentencia.
A la salida los abogados le
esperaban, se acercaron a Sócrates, le invitaron a tomar un café en un bar.
Estaba expectante, pues no sabía qué reacción tendrían. Pero la conversación
fue relajada y llena de ironía por parte de los abogados, que no le guardaron rencor alguno. Al
contrario, el ambiente volvió a ser el que existía cuando preparaban el juicio
de las preferentes. Sócrates inicialmente temía que le quisieran hacer alguna
encerrona, pero al ver que el “muerto” en Arzak les pareció la actuación de actor brillante y original, se contagió del
optimismo. Les invitó a comer asegurándoles que en esta ocasión no les dejaría
la cuenta. Los abogados ni se lo creían: ¡qué cinismo!, pero aceptaron porque
siempre es divertido conversar con un actor consagrado, pero en esta ocasión
era para ver cual puede ser el final de la aventura que perecería un cuento si
no fueran ellos los protagonistas. No se sabe cómo acabó la comida ni quien la
pagó.
La sentencia de la jueza se limitó a una multa
de 500 euros, además, se le exigía presentarse ante la jueza una vez al mes.
Así que Sócrates disciplinadamente acudía al despacho de la jueza de Bergara y
se pasaban charlando un par de horas en su despacho; inicialmente manteniendo
las distancias, pero poco a poco, después de varios meses empezó a surgir un
ambiente amistoso, haciéndose mutuamente confidencias. Incluso, cuando se le
requirió el pago de la multa impuesta por la jueza como sentencia, le confesó
que no podía pagarla, pues no tenía
dinero. La jueza conmovida le dijo que no se preocupara, que ella se lo daría.
El, con toda dignidad, protestó, pues su intención era devolvérselo
cuando cambiara su situación: se lo juró por todo lo más sagrado. La jueza le
respondió que no se preocupara, que,
puesto que ella le había puesto la multa que consideraba injusta, ella sería
quien se la pagaría porque se sentía responsable. De esta manera surgió un buen rollo mutuo y al final se
fueron a vivir juntos y, según las crónicas, parece que son muy felices.
Actualmente las relaciones de Sócrates con los
abogados/as es inmejorable y de vez en cuando se reúnen a comer para mantener
las buenas sensaciones mutuas. Ya no piensan que es tonto, sí un caradura al que aprecian por su
imaginación, pero con un elevado concepto de la “ética”.
AMAIERA