REFORMA FISCAL DE MONTORO
En vista de que la evolución optimista de la economía
desborda las previsiones y una vez superada la crisis, el Gobierno ha tomado
medidas para potenciar el crecimiento y crear empleo (sic). Pero tienen trampa,
pues se afirma que bajará el IRPF, pero sólo algo a las rentas bajas, que no
están sujetas a dicho impuesto. A los que sí les baja es a los ricos, unos
siete puntos. Las rentas medias, que son las que percibe el 90 % de la
población, quedan poco más o menos como actualmente. Asegura que no modificará
el IVA, cosa poco creíble, aunque es de suponer que habrá deslizamientos hacia
arriba. Por supuesto que en la letra pequeña de las rebajas hay una serie
importante de precauciones que van a desvirtuar cualquier descenso real de la
imposición. Pero hay que llamar la atención de que no es posible reducir la
recaudación, pues tienen a Europa vigilándoles para que se cumplan las
previsiones de déficit, lo que es imposible con los planes engañosos de
Montoro. En una economía progresista y sostenible es imprescindible una
política de rentas para potenciar la demanda interna, de manera que en lugar de
reducir sueldos, habría que elevarlos para poner en manos de la población
mayores niveles de renta y sean los dinamizadores del consumo. Con seis
millones de parados y con un tercio de la población sumergida en la pobreza,
cómo se va a dinamizar el consumo? Porque la esperanza de que el sector
exterior sea el agente de la recuperación es una fantasía propia de De Guindos
y de Montoro, pues competir con precios a la baja que requieren salarios devaluados, es la causa del
desempleo, de la deuda pública creciente y del déficit exterior. Los
impuestos deberían modificarse
selectivamente, con objeto de que se reduzca realmente la presión sobre las
rentas medias que son las potencialmente consumidoras. Esas rebajas se compensarían
elevando la de los tramos altos. El Impuesto de Sociedades tendría que
convertirse en un instrumento dinamizador,
potenciando las deducciones por creación de empleo, por reinversión y
fortalecimiento de la solvencia, de forma que, incluso, se llegue a la cuota
cero si se cumplen las condiciones. Hay que
mentalizar a la población de que pagar impuestos nos procura servicios públicos
mejores, pero a condición de prestigiar
la justicia fiscal y paguen más los que más tengan y los defraudadores respondan de sus delitos.
Montoro, Rajoy y compañía no son de fiar, pero
tampoco lo son los Rubalcaba, los Zapatero, Salgado o Susana. Los
electores tienen que reflexionar a la vista de la experiencia que ilustran
nuestros gobernantes a lo largo de la historia. Hay motivos para la esperanza
si se vota con espíritu crítico.
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