GUGGENHEIM: EL NUEVO PARADIGMA VASCO
Sorprende la cola quilométrica para entrar en el “Guggi”. La
mayoría “giris”, Aunque en el interior de vez en cuando se oye hablar español y apenas euskara. Se ha convertido en
el cuerno de la abundancia. Es para sentirse satisfechos como vascos, pues nos
hemos convertido en de referencia cultural del mundo entero. Antaño se admiraba
a los” nuevos ricos”, pero eran prepotentes. Ahora se han puesto de moda los
“nuevos cultos”, aunque no tengan ni el graduado escolar. Son la mitad de las
legiones que invaden los museos de New York, París,
Londres, San Petersburgo…, a los que se
les ha despertado súbitamente la pasión por el arte. La otra mitad de los
turistas “cultos” son los que vienen a practicar el complejo deporte del “balconing”
en Magaluf o el “turismo de borrachera”
en Benidorm. También los vascos hemos
descubierto nuestra vena artística hasta
ahora oculta; gracias al turismo nos hemos convertido en un pueblo culto. Lo
que demuestra que la cultura se adquiere viajando y no en las universidades, salvo
en las que no se exijan exámenes para obtener licenciaturas. Ya lo avisaba Ortega y Gasset
en “La rebelión de las masas”. Los
aristócratas eran privilegiados que viajaban como signo de distinción. El actual es polivalente: entiende
de pintura y conoce las principales
escuelas del mundo, es experto en arqueología, asiste a conciertos
de grandes orquestas y a los principales directores. Se desplaza para
visitar lejanas ruinas, conoce las culturas más remotas, todo ello ha permitido elevar los niveles culturales de
las masas…, en beneficio de los tour operators que les manejan como rebaños. Ponemos las infraestructuras como el Guggenheim, Bellas Artes, Artium o
Kursaal para que a cambio nos inunden de
turistas para maquillar las estadísticas
del paro durante el verano gracias al nuevo contrato de esclavitud implantado
por nuestras autoridades. . Las estadísticas
excluyen el turismo de patera tan
de moda en el Mediterraneo, pues ese negocio
lo administran los estados que se sirven de emigrantes como fuerzas de choque para competir en costes
con los otros estados. Y, además, sus aventuras son noticia cuyas
imágenes llenan los telediarios y aportan la dosis necesaria al morbo de espectáculos de niños ahogados en las playas mediterráneas
a los que da la bienvenida el ministro
italiano Salvini.