miércoles, 9 de julio de 2014

LO QUE NOS CUESTAN LOS MILITARES



LO QUE NOS CUESTAN LOS MILITARES.
Informes de prensa señalan que el Estado tiene que pagar 22.500 millones de € por compras de armamento realizadas últimamente. El 2,5 % del PIB. Son datos semiocultos para la opinión pública, pues en las circunstancias de crisis actuales, con los 6 millones de parados, y un tercio de la población con graves dificultades  para atender sus necesidades básicas, que haya que dedicar a armamento el doble  de los recortes  en educación y sanidad es humillante para la sociedad que ve con desesperación el destino que se da a una parte de sus impuestos. Los argumentos que exponen los militaristas  ofenden a la inteligencia, pues afirman que poseer unas fuerzas armadas modernas y eficaces contribuye a la paz porque disuaden  a los enemigos. Al margen de doctrinas antimilitaristas que han calado en las sociedades  avanzadas y que obliga a los Estados a tratar el tema militar y sus gastos como algo vergonzante para que la población no se rebele por esos despilfarros, la realidad es que la estructura de los ejércitos en España es tan sui generis, que baste con señalar que el 60% del personal son mandos y jefes y que  la soldadesca es numéricamente inferior a los que les  dan órdenes..  Hay que añadir el dato escalofriante que sólo el 2% de los militares acepta la Constitución y no se supedita al poder civil como fundamento de su actuación. La ciudadanía está convencida que si se complicara el contencioso catalán, no habría mayor inconveniente  en enviar una brigada  para “pacificar” Catalunya, a pesar de  plantear sus derechos históricos en términos pacíficos y democráticos, pero rechazando la presión de una interpretación forzada de la Constitución bajo la vigilancia agresiva de un ejército victorioso que aun no ha pedido disculpas por haberse rebelado contra el poder legítimo de la República. Pensar en que se gasta anualmente más del 3% del PIB en elementos destructivos cuando hay necesidades más urgentes que atender,  como habilitar los comedores de las escuelas en verano para que los niños de padres sin recursos se alimenten dignamente, pone en interrogación a una democracia y a un estado de derecho que prioriza valores de fuerza y que pone en manos de militares las garantías para una convivencia pacífica entre la población, aunque con las lógicas diferencias ideológicas que lleva la libertad democrática..

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