LO QUE NOS CUESTAN LOS MILITARES.
Informes de prensa señalan que el Estado tiene que pagar
22.500 millones de € por compras de armamento realizadas últimamente. El 2,5 %
del PIB. Son datos semiocultos para la opinión pública, pues en las
circunstancias de crisis actuales, con los 6 millones de parados, y un tercio
de la población con graves dificultades
para atender sus necesidades básicas, que haya que dedicar a armamento
el doble de los recortes en educación y sanidad es humillante para la
sociedad que ve con desesperación el destino que se da a una parte de sus
impuestos. Los argumentos que exponen los militaristas ofenden a la inteligencia, pues afirman que poseer
unas fuerzas armadas modernas y eficaces contribuye a la paz porque disuaden a los enemigos. Al margen de doctrinas
antimilitaristas que han calado en las sociedades avanzadas y que obliga a los Estados a tratar
el tema militar y sus gastos como algo vergonzante para que la población no se
rebele por esos despilfarros, la realidad es que la estructura de los ejércitos
en España es tan sui generis, que baste con señalar que el 60% del personal son
mandos y jefes y que la soldadesca es
numéricamente inferior a los que les dan
órdenes.. Hay que añadir el dato
escalofriante que sólo el 2% de los militares acepta la Constitución y no se
supedita al poder civil como fundamento de su actuación. La ciudadanía está
convencida que si se complicara el contencioso catalán, no habría mayor
inconveniente en enviar una brigada para “pacificar” Catalunya, a pesar de plantear sus derechos históricos en términos
pacíficos y democráticos, pero rechazando la presión de una interpretación
forzada de la Constitución bajo la vigilancia agresiva de un ejército
victorioso que aun no ha pedido disculpas por haberse rebelado contra el poder
legítimo de la República. Pensar en que se gasta anualmente más del 3% del PIB
en elementos destructivos cuando hay necesidades más urgentes que atender, como habilitar los comedores de las escuelas
en verano para que los niños de padres sin recursos se alimenten dignamente, pone
en interrogación a una democracia y a un estado de derecho que prioriza valores
de fuerza y que pone en manos de militares las garantías para una convivencia
pacífica entre la población, aunque con las lógicas diferencias ideológicas que
lleva la libertad democrática..
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