LA ERA DE RUBALCABA
SE TERMINA.
Produjo vergüenza ajena el grotesco show lacrimógeno-festivalero
que le dispensaron en el Congreso los diputados presentes en el homenaje de despedida de la
vida política a Rubalcaba. El Presidente de las Cortes, con unas palabras sin
contenido, como en él es habitual. Rajoy, con elogios que parecían las que se dicen en los
entierros. En fin, dejemos que los muertos entierren a sus muertos y tratemos
de olvidar la figura y los hechos de este aprendiz de Maquiavelo. Ahora, que le
aguanten en Químicas los alumnos y que consiga sosegarse, aunque es de temer
que nos abrase con sus memorias, pues no es de los que se saben retirar a
tiempo. Así de ramplón será: quien escribe sus memorias parece que quiere
expresar lo que no supo o no pudo hacer en su vida activa política y se sirve
del ventilador para repartir la basura acumulada
debajo de las alfombras. Don Alfredo ha sido el prototipo de político
intrigante que ha transitado tanto por los salones del reino, como por las
alcantarillas y desagües, coincidiendo con ratas, fondos reservados, servicios
secretos y demás fauna fétida de los submundos ocultos que son la base
filosofal de los tan elogiados Estados de Derecho. Este embaucador confió que su
liderazgo en el PSOE le llevaría a Presidente del gobierno, pero en su transito
de victoria en victoria, llegó a la derrota total y todos los fuegos de
artificio que prometía para su partido en las Europeas han transformado al PSOE en una ruina sin expectativa alguna de
volver al bipartidismo que le permitió compartir el poder con el PP. Todo lo
cual va a exigir replantear una nueva y real Transición en la que se logre la
catarsis que requiere la regeneración de aquella política de pactos vergonzosos
a la que tanto contribuyó el ahora cesante Secretario General. Rubalcaba se
declaró socialista y de izquierdas, pero asumió el “Pacto de la Monarquía”, lo
que significa que se sintió cómodo con la antítesis de la república de la que
se declaró epígono. En los tiempos de ilusión por la salida de la dictadura el
PSOE dio un impulso importante a las políticas sociales, pero la presión del
neoliberalismo les llevó a competir en el caladero de votos de la derecha, para
lo que Zapatero, con la inestimable colaboración de su Rasputin, se plegaron a
las exigencias de Frau Merkel y desmantelaron el estado de bienestar, aunque
vendiendo humo con verborrea de izquierdas. Sus votantes hastiados, decidieron
abandonarles. Su última astucia después de anunciar su renuncia fue colaborar a que la abdicación del monarca en
su hijo fuera posible, renunciado una vez más a los principios republicanos de
su partido. Ahora recoge los frutos de su vergonzante renuncia dejando un PSOE
agonizando. Parafraseando a Stendhal: “Creíste poder volar como un águila, aunque
sólo eras un pardal”.