EL OBISPO DE BILBAO Y LAS MUJERES OBISPO
Mario Iceta, obispo de Bilbao, responde a un periodista que
le pregunta su opinión sobre la consagración de mujeres como obispos, que es un
asunto no abierto en la iglesia católica, a diferencia de la anglicana que acaba de consagrar la primera
mujer obispo. No está abierta ni siquiera la consagración de mujeres como
sacerdotes, como para pensar en que sean obispos. Dice que hay razones
teológicas para rechazarlo y que no se pueden explicar en un minuto. Quizá tenga
su fundamento teológico en la Epístola de San Pablo a los Efesios, cuando dice:
“ …Las mujeres que se sometan a sus maridos, porque el marido es la cabeza de
la mujer…”. O en el libro de Constanza Miriano
titulado “Cásate y sé sumisa”, editado por el Arzobispado de
Granada?. Una salida profundamente
razonada como para convencer a los que necesitan que la iglesia católica
responda a la demanda de la sociedad del presente y suelte los prejuicios que
le están llevando a perder la credibilidad incluso entre sus propios fieles. Una
muestra más de la cerrazón de la Iglesia Católica a los nuevos paradigmas del
mundo, de manera que se le está quedando sin fundamentos sólidos. Porque sí es cierto
que Juan Pablo II se negó taxativamente a plantearlo siquiera como hipótesis. Pero
no responde a la verdad que sea ése el pensamiento de Francisco, quien ha confesado
que la función tradicional de la mujer en la iglesia han sido domésticas y que deberían ser revisadas
profundamente, puesto que se trata de una tradición nada más, sin ningún
fundamento teológico, por tanto, es muy
probable que cuando consiga liberarse de esta curia actual, conservadora y
retrógrada, tendremos mujeres sacerdotes
y sucederá que la iglesia
gozará de mayores cotas de humanidad y de comprensión y se relacionará
con la sociedad moderna con naturalidad. Los expertos más reconocidos niegan
cualquier fundamento teológico a la negativa para consagrar y ordenarlas sacerdotes. Se trata simplemente de
un argumento con un tinte machista, muy enraizado en las estructuras de Roma y
en los episcopados que son elegidos a dedo. Ahora se niegan a admitir que sólo
se trata de no querer cambiar para que no se le acuse de que los principios de
la iglesia no son inmutables. Como si admitir el cambio supusiera un error y no
la capacidad de razonar y perseguir la verdad. Así es que le ha costado
reconocer quinientos años su error por condenar a Galileo por afirmar que el
sol giraba alrededor de la tierra. Y veremos con el tiempo, que tendrá que
admitir que la moderna biología de las células madre supone un avance en el
progreso humano que va a permitirle vivir más y con mayor calidad.
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