LA TERCERA GUERRA MUNDIAL
En
una conferencia sobre la paz mundial un militar español avisaba de la gravedad de la situación con
motivo de los ensayos nucleares de Corea del Norte. Afirmaba que cualquier
chispazo inesperado puede ser el detonante de la Tercera Guerra Mundial.
Máxime, ironizó, si se tiene en cuenta el perfil grotesco de Kim Jong-un. No mencionó el de Trump. En la mesa de debate, un periodista le preguntó si el perfil de Trump no era aun
más preocupante en cuento al riesgo de que se le ocurra apretar el botón rojo. Argumentó
el periodista que la Tercera Guerra Mundial ya estaba operativaa y se combatía
en distintos frentes. Aclaró que el estilo de las guerras actualmente
responde a otros parámetros, que se han descartado las invasiones masivas de
soldados con material militar inútil, a pesar del rechazo de los militares
tradicionales que añoran el arte de la guerra tradicional de posiciones y
héroes. Activar hoy un conflicto
nuclear es impensable, pues la destrucción supone el suicidio de los
vencedores. Las guerras modernas están calibradas para que se desarrollen entre
unas coordenadas tácitamente pactadas, distribuidas adecuadamente en escenarios
inocuos para las potencias mundiales, aunque sean trágicas para los países y
sociedades subdesarrollas que las soportan. Pero, sobre todo, aclara el experto
crítico, las armas más efectivas y que
producen más bajas personales, pero que
dejan intactas las infraestructuras
sobre las que se desarrollan las guerras
son las instituciones mundiales que controlan el flujo las materias primas, el comercio internacional
o los aranceles que favorecen a las
metrópolis en perjuicio de los productores. Sus agentes eficaces son los bancos de negocios e instituciones
financieras internacionales dirigidas por expertos de países desarrollados que
pueden decidir la salvación o la quiebra de cualquier país rebelde que exija
negociar con equidad.. A los que hay que añadir los tan denostados paraísos fiscales. Sin contar con
la capacidad disuasoria de costosas e
ineficaces flotas navales y aéreas y los inoperantes y lentos servicios
policiales cuya misión es amedrentar a
la ciudadanía, aunque siempre temerosos
del atentado que cualquier fanático puede improvisar con un vehículo alquilado masacrando
a la multitud indiscriminadamente en una avenida de cualquier gran ciudad, con explosivos
caseros cuyos manuales de fabricación vienen en Internet. Ya lo decía Zola: “La
ciencia nos ha prometido la felicidad?. Yo no lo creo Nos ha prometido la
verdad y está por demostrar si la verdad nos puede hacer felices”