MATAR EN NOMBRE DE DIOS.
Con este título un lector escribe una carta en un periódico
nacional refiriéndose a que los enfrentamientos entre religiones, tanto
históricamente como en la actualidad, han causado y causan más muertes que las
guerras tradicionales. Se declara agnóstico a la vista de que siendo los fundamentos
de las religiones el amor al prójimo, la lucha por la justicia, el perdón y la
esperanza en una vida futura y feliz, la
realidad es que provocan más perjuicios que la felicidad que
pregona. La iglesia católica está enfrentada a los protestantes por la
competencia por la hegemonía y los fieles que tienen sus respectivos rebaños.
Los mahometanos están enemistados con los cristianos porque el Corán y el
Profesta son competencia viva de la Biblia y Jesucristo. Los judíos apoyados
por sectas americanas y la Casa Blanca descaradamente favorable al sionismo
masacran a palestinos que siguen a Mahoma y que reivindican el derecho
elemental a conservar la vida. En Africa la lucha a muerte entre
religiones para captar fieles les está llevando a genocidios de razas por
creencias irreconciliables. Algo tienen que estar haciendo mal los dirigentes
de las religiones principales, puesto que por mucho que predican la paz y la justicia, en España la Conferencia
Episcopal , que ha estado presidida hasta ahora por el fanático Rouco Varela,
con Cañizares como Primado de Toledo y previsible arzobispo de Barcelona. Se e
considera un submarino que, con el apoyo de Roma, junto a los obispos
Munilla e Iceta en Euskadi, el Gobierno
Central quiere nombrarle para asfixiar el independentismo en Catalunya. En el
seno de la iglesia existe una soterrada tensión motivada por las ideas
innovadoras que el Papa Francisco quiere introducir porque de lo contrario está abocada a quedar
marginada por los creyentes. Esta
tentativa de actualización se enfrenta con el conservadurismo de una curia
tradicionalmente manejada por el Opus Dei y otras sectas con inmenso poder,
influencias, dinero y medios de intoxicación que, ya se evidenció después del
Concilio Vaticano II, pues todos los
planes de aperturismo quedaron abandonados, produciendo el efecto contrario al buscado,
pues la iglesia se ha colocado en la
extrema derecha, lo que ha llevado a muchos creyentes a abandonar las prácticas
religiosas, permaneciendo en ella sólo los mayores, quienes, ante el temor por la proximidad del final, no
quieren arriesgarse a la condenación eterna,
convirtiendo a la Iglesia Católica en un geriátrico. Y no se sienten
avergonzados sus jerarcas ante el fracaso por la implantación de sus
respectivas doctrinas entre la humanidad?.
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