FRIVOLIZAR CON EL MISIONERO ENFERMO DE EBOLA
Es indignante el trato informativo que se está dispensando
al cura y médico, Miguel Pajares, que ha venido desarrollando una misión
impagable como misionero cuidando a enfermos de ébola en la zona epidémica africana,
terminando por contagiarse, con peligro real de su vida. La prensa ha tomado la
noticia como si se tratara de un fichaje
de un crack de futbol, o la reseña de
una fiesta popular en la que se mata a toros a lanzadas o especulando sobre si los gastos de repatriación del enfermo
deben ser pagados por su congregación o por la Administración. Se trata de
cultivar el morbo, como si se ignorase que se trata de una persona generosa que
se presta a ayudar a los que sufren y por ello le lleva a arriesgar su propia
vida. Sus motivaciones más profundas y las convicciones son
irrelevantes para la prensa, lo que importa es lo sensacionalista, lo que mueve
la curiosidad, si la OMS ha felicitado al gobierno por la eficacia o por el contrario,
las acusaciones que le hace al gobierno alguna prensa que vive en el basurero,
por improvisar y no tener diseñada una estrategia de respuesta a la emergencia.
Esta prensa es la que crea opinión entre la población y es la medida de la
seriedad y responsabilidad con la que cumple con su misión esencial de informar
y dar criterios. La realidad es que una vez más la noticia se tergiversa y su
utiliza con fines partidistas, no se ensalzan valores que son realmente los que
concurren en todo el ejemplar episodio en el que unas personas anónimas van a atender las necesidades de unos seres
humanos despreciados, a lugares insalubres y remotos, donde no tienen más que desesperanza,
resignándose a morir porque el mundo opulento no es sensible ni se preocupa por evitarlas y que son consecuencia
de enfermedades perfectamente controlables si hubiera voluntad de solucionarlo.
No, los organismos de control de la salud mundiales se limitan a datos fríos, a dar la noticia escueta
como si fuera una más, y sólo si existe riesgo de extensión a los
países desarrollados, construyen una
barrera sanitaria para limitar que la enfermedad no afecte a los que tienen un sistema de
sanidad seguro que vela porque no entren en sus espacios los virus mortíferos
que tienen controlados y que provienen de los países afectados por la pandemia.
Saben que se solucionará por consunción en el interior de la zona de contagio,
cuando ya el ébola ha causado la cifra de muertes que los organismos mundiales
han estimado como razonables y asumibles. Ante la impotencia y el escepticismo de
la información decepcionante de la prensa, vaya el agradecimiento a esos héroes
anónimos que dan sus vidas para salvar
las de otros seres humanos que tienen también dignidad, a pesar de que en
nuestros países tan desarrollados no cuenten a la hora de tener derecho a conservar
una vida digna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario