GESTOS Y TICS DE LOS POLITICOS
Según expertos, el lenguaje de los gestos es más expresivo y
veraz que el de las palabras, porque se ha creado una cultura del uso de la dialéctica
como táctica para fingir y afirmar lo contrario a lo que se piensa o se siente..
Es curioso analizar la mímica y tics de nuestros políticos para poder conocer
el sentido real de sus palabras, al margen de su retórica. Así, Rajoy tiene un
movimiento reflejo cuando guiña el ojo izquierdo: está queriendo expresar que
la verdad de su pensamiento es
totalmente opuesta a lo que afirma. Sus episodios en los que no le fluyen las
ideas hacen que ponga los ojos redondos e inexpresivos, una mirada lejana que
deba rellenar el vacío con frases sin sentido, que son las que le han creado
una personalidad insegura ante los interlocutores. El Ministro del Interior, en
los casos que tiene que aparecer ante los periodistas para informar de alguna
operación fallida de las tropas que
manda, con resultados trágicos, parpadea
y acumula aire por la boca como si estuviera suplicando que los que le
escuchen, crean lo que afirma. De Guindos tiene una fase de tartamudeo cuando debe
informar de alguna mala noticia y quiere darle un contenido poco trascendente.
Montoro se vale de su sonrisa alelada para justificar cuando tiene que informar
sobre algún hecho que previamente ha negado y los contradice.. El tic del ojo acusa también a Pachi López de las mismas contradicciones
que le afectan a Rajoy, aunque le sea indiferente por ser poco agudo. José Manuel
Soria tiene una faz triste, dando la
sensación de que se va a echar a llorar cuando tiene que expresar argumentos
que ni él mismo se cree. Por eso, cuando se le escuche, conviene abstraerse de
sus palabras y fijarse sólo en sus ojos inmóviles, su boca que queda invisible
a causa de que su labio superior es muy alargado,. Su intención de parecer
tranquilo y sosegado le preocupa, para lo cual fija su mirada hacia abajo, como
pidiendo compasión. Felipe González en su fase de euforia salía muy beneficiado
con la mirada que clavaba en el interlocutor, su labio inferior caído y con una
verborrea imparable, sin expresar ninguna idea ni criterio, pues se limitaba a emitir
palabras y palabras, lo que enardecía a la audiencia al mezclarla con sus
movimientos compulsivos de las manos tratando de apoyar sus palabras. Aznar fue
un triste producto de laboratorio, pues tratando de parecer serio y creíble, se
mesaba su cabellera con las manos, pues siempre
quiso que su pelo fuera su signo distintivo. Su bigote le daba un estilo de
personaje trágico de principios del siglo XX. Sus palabras lentas, arrastradas,
amenazando con las manos, delataban una sensación de rabia contenida porque sus
ideas no lograban impactar entre sus oyentes ante los que quería mostrar una
personalidad sólida y un dominio de la situación que estaba muy lejos de
responder a la realidad, pues era inseguro, acomplejado de tener poca estatura
y de no poder expresarse en idiomas extranjeros como sus colegas. En realidad
todos nuestros políticos y personales públicos tienen algo de robots que están
mediatizados por expertos en comunicación a los que les falta oficio y les
sobra fantasía..
No hay comentarios:
Publicar un comentario