viernes, 29 de agosto de 2014

GESTOS Y TICS DE LOS POLITICOS



GESTOS Y TICS DE LOS POLITICOS
Según expertos, el lenguaje de los gestos es más expresivo y veraz que el de las palabras, porque se ha creado una cultura del uso de la dialéctica como táctica para fingir y afirmar lo contrario a lo que se piensa o se siente.. Es curioso analizar la mímica y tics de nuestros políticos para poder conocer el sentido real de sus palabras, al margen de su retórica. Así, Rajoy tiene un movimiento reflejo cuando guiña el ojo izquierdo: está queriendo expresar que la verdad  de su pensamiento es totalmente opuesta a lo que afirma. Sus episodios en los que no le fluyen las ideas hacen que ponga los ojos redondos e inexpresivos, una mirada lejana que deba rellenar el vacío con frases sin sentido, que son las que le han creado una personalidad insegura ante los interlocutores. El Ministro del Interior, en los casos que tiene que aparecer ante los periodistas para informar de alguna operación fallida de las  tropas que manda,  con resultados trágicos, parpadea y acumula aire por la boca como si estuviera suplicando que los que le escuchen, crean lo que afirma. De Guindos tiene una fase de tartamudeo cuando debe informar de alguna mala noticia y quiere darle un contenido poco trascendente. Montoro se vale de su sonrisa alelada para justificar cuando tiene que informar sobre algún hecho que previamente ha negado y los  contradice.. El tic del ojo acusa también  a Pachi López de las mismas contradicciones que le afectan a Rajoy, aunque le sea indiferente por ser poco agudo. José Manuel Soria tiene una faz  triste, dando la sensación de que se va a echar a llorar cuando tiene que expresar argumentos que ni él mismo se cree. Por eso, cuando se le escuche, conviene abstraerse de sus palabras y fijarse sólo en sus ojos inmóviles, su boca que queda invisible a causa de que su labio superior es muy alargado,. Su intención de parecer tranquilo y sosegado le preocupa, para lo cual fija su mirada hacia abajo, como pidiendo compasión. Felipe González en su fase de euforia salía muy beneficiado con la mirada que clavaba en el interlocutor, su labio inferior caído y con una verborrea imparable, sin expresar ninguna idea ni criterio, pues se limitaba a emitir palabras y palabras, lo que enardecía a la audiencia al mezclarla con sus movimientos compulsivos de las manos tratando de apoyar sus palabras. Aznar fue un triste producto de laboratorio, pues tratando de parecer serio y creíble, se mesaba su cabellera con las manos, pues siempre  quiso que su pelo fuera su signo distintivo. Su bigote le daba un estilo de personaje trágico de principios del siglo XX. Sus palabras lentas, arrastradas, amenazando con las manos, delataban una sensación de rabia contenida porque sus ideas no lograban impactar entre sus oyentes ante los que quería mostrar una personalidad sólida y un dominio de la situación que estaba muy lejos de responder a la realidad, pues era inseguro, acomplejado de tener poca estatura y de no poder expresarse en idiomas extranjeros como sus colegas. En realidad todos nuestros políticos y personales públicos tienen algo de robots que están mediatizados por expertos en comunicación a los que les falta oficio y les sobra fantasía..



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