LOS OBISPOS ICETA Y MUNILLA INTERPELADOS POR SUS CURAS
En sendas comunicaciones de sacerdotes de las diócesis de Bilbao y San
Sebastián a sus respectivos obispos, les plantean una serie de cuestiones
urgentes que creen necesario llevarse a cabo- En ambas cartas se hace una
descripción dolorosa de la situación de
crisis de ambas diócesis que afecta a la esencia misma de la doctrina del
evangelio. Se centran en el abandono de todos los planes evangelizadores en
activo existentes cuando llegaron a sus diócesis ambos obispos, quienes han implantado
un estilo radicalmente neo conservador, opuesto a la idiosincrasia del pueblo
vasco, lo que está llevando al abandono masivo de fieles de la Iglesia.
Parecería que su voluntad ha sido eliminar todo rasgo de los planes de
evangelización de los anteriores obispos. Su objetivo es borrar todo lo que
tenga algún rasgo euskaldun y diferenciador del uniformismo religioso
implantado en el Estado. Son innumerables las ofensas contra los sentimientos
de la población que se siente vasca: se reducen los actos en Euskara y se
potencian los que se difunden en castellano. Se están produciendo
incorporaciones de sacerdotes de otras diócesis españolas. Es preciso que se
cambie su exigencia de autoritas por la disposición al servicio al pueblo. Tal
como señala Francisco sobre las virtudes que deben poseen los obispos. La
juventud está ausente de cualquier iniciativa que se refiera a ellos, pues
sienten que la fe que les transmite la
jerarquía es vacía e incapaz de estimular un compromiso religioso serio.
Han optado por la realidad que se funda en la ética que les llena más que esa
especie de infantilismo místico con la que se quiere atraer a los jóvenes. Estos
ya no son manipulables: requieren libertad, honestidad y que la jerarquía denuncie
las estructuras injustas. El discurso de estos prelados sigue anclado en
el nacional-catolicismo, no en vano fueron incardinados en estas diócesis por
Rouco-Varela,.el paladín del conservadurismo eclesial español y de una fe fanática, lo que se consideró
una jugada política para desactivar el
nacionalismo vasco, sin ninguna conexión con la fe auténtica. No, desde luego,
la que proclama con esfuerzo el Papa Francisco para acercar a la Iglesia las sensibilidades
del mundo actual, con sus riesgos, dolores y errores, pero también como un
testimonio de una Vida Nueva que proclame la verdad, la justicia y la libertad
a pesar de que hasta ahora la Iglesia se ha comportado como una potencia más
que negocia y actúa como una
multinacional con la tácita aceptación de los ya escasos fieles que
ingenuamente han confiado en estos obispos y les han convencido de que la fe es un asunto
personal para la otra vida, que no tiene
que tener repercusión en las conductas.. La fe, como es la de estos sacerdotes
que interpelan a sus obispos, tiene que ser un elemento de progreso, de
denuncia de la opresión a los débiles y de búsqueda de la paz con justicia y
sin imposiciones. Esperemos que el Papa Francisco pueda rectificar a tiempo el
camino equivocado de estos obispos para que se dediquen a ser realmente
pastores de almas. “Fiat lux”
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