NECESIDAD DE UNA POLITICA
MUNICIPAL DEPURADA
En una tertulia radiofónica intervino un oyente que deseaba
poner en conocimiento general su desagradable experiencia relacionada con su
ayuntamiento. En síntesis venía a quejarse de que se le habían embargado de su
cuenta bancaria un montón de euros por una multa de la OTA que la valoraba como
injusta. En realidad lo consideraba una confiscación, prohibida por la
Constitución. Interpuso recursos varios y cada uno de ellos fue rechazado con
el argumento de que el agente denunciante negaba los argumentos del recurso. El
hecho era que carecía de ticket, aunque el protagonista adujo al agente
impertérrito que tenía sólo un billete de 50 € y no encontraba dónde
cambiarlos. En su intervención se quejaba de que se le hubieran embargado de su
cuenta unos fondos, lo que le provocó una sensación de indefensión, aunque,
ironizaba, que estaba seguro de que habría alguna ley que amparaba ese
“levantamiento”, puesto que siempre hay
una ley para cubrir las irregularidades de las administraciones en relación con
los abusos a los súbditos. Quizá todo el episodio fuera una simple anécdota de
las muchas que llenan la vida ciudadana respecto a los ayuntamientos, pero
debería servir a los políticos, singularmente a los de los municipios, por
estar más próximos al pueblo, para que reflexionaran, si su capacidad mental se
lo permitiera, sobre si esas actitudes
de prevalencia despectiva sean el germen del desprestigio de los políticos y de
las instituciones y el origen de los movimientos ciudadanos que están
popularizándose y que van a terminar por arrumbar a los que vienen de la mano
de los partidos y que reparten cargos a sus afiliados como si se tratara de
oficinas de colocación. Lo cierto es que
los ayuntamientos han cambiado radicalmente su esquema de relación con la
población, antes eran Casas del Pueblo próximos a la ciudadanía, ahora se han
convertido en agresivos y distantes agentes cobradores del frac. Se van a
quedar solos si quieren emular a otros organismos oficiales con su excesivo rigor y desatención manifiesta.
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