sábado, 27 de diciembre de 2014

LA MARCHA DE UN ICONO: ALFONSO GUERRA



LA MARCHA DE UN ICONO: ALFONSO GUERRA
Alfonso Guerra deja la política y se va a su merecido descanso.  Nunca se sabrá lo que ha supuesto su extenso historial en la política y en las Cortes Españolas. Para muchos era hora de que tan ilustre oportunista  abandone su rincón desde el que ha materializado sus insidias. Este “intelectual” al que apasionaba Mahler y leía  habitualmente a Nietzsche y que se creó un hueco como vicepresidente del gobierno de Felipe González era un obseso del protagonismo que tanta gracia y popularidad logró a base de bromitas y “ocurrencias” que esparcía en los mítines contra sus competidores. Fue el paladín de la honestidad que quiso dar un tono progre a su forma de estar en la política, que viajaba en avión de las fuerzas aéreas para asistir a las corridas de toros. El que apoyó a su “ hermanísimo Juan” para hacer negocios con los EREs, con alumnos aventajados: Chaves, Griñán…. Es el genio que “cepilló” convenientemente el estatuto de Catalunya aprobado  en referéndum. Que se ha apalancado al escaño en el Congreso, lo que le permite vivir espléndidamente. Que ha sabido adaptarse a la “regeneración” del PSOE que está diseñando Pedro Sánchez  para lograr recomponer el bipartidismo a base de  una república con el rey Felipe VI de presidente. Don Alfonso es el maestro del insulto, del descaro, del protagonismo y experto en escurrir el bulto en estas circunstancias en las que se vaticinan malos augurios, tanto en las expectativas electorales próximas, como en las posibles responsabilidades que se deriven de su gestión como Vicepresidente,  si gana Podemos y cumple lo que promete respecto a la regeneración que propone y de investigar hasta el último indicio de corrupción. Ha sabido desparecer por el foro, lo que sería aconsejable para Felipe, que en su narcisismo se empeña en revolver el estiércol sin tener en cuenta el riesgo que le salpiquen las responsabilidades, como  cuando justificó la “ocurrencia” que “también se sirve al Estado desde las alcantarillas”. Todos estos ilustres siguen la máxima del cínico: “Tú vótame y te diré lo que te conviene”


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