domingo, 21 de diciembre de 2014

ANITA Y EL PRESIDENTE DE ECUADOR



ANITA Y EL PRESIDENTE DE ECUADOR
Los medios de comunicación españolísimos se sulfuraron porque el Presidente de Ecuador, Rafael Correa, se tomó la libertad de llamar Anita a la locutora española, Ana Pastor, que le hizo hace tiempo una  entrevista. Qué desvergüenza y falta de diplomacia  tratar a una miembro de la prensa de la Madre Patria con tanta familiaridad. Es realmente ofensivo. Que Ecuador sea protagonista de una transformación social, política y económica sin precedentes en la historia y haya sido Correa el que lo ha liderado con inteligencia y coraje. Que se enfrentara al FMI y lograra renovar la deuda externa que era impagable, que se haya convertido en un país moderno, creador y beneficiario  de la riqueza nacional que ha elevado el nivel de vida de la población. Que en una entrevista del inquisitivo e incorrecto periodista,  Evole, le manifestara estar en  plano de igualdad en las negociaciones con los políticos de  EEUU y no actuar  acomplejado como era habitual históricamente, todos estos hechos tan significativos, al parecer no eran dignos de tratarse en el diálogo, lo importante era que el Presidente de Ecuador había llamado Anita a una `periodista y le sugería que se disculpara.. Correa quiso quitar importancia a aquella impertinencia y  sonriendo argumentó que con su actitud trató de ser  natural, como  en otras  zonas del globo  expresan sus relaciones las personas de  diferente manera que en la  rígida y pragmática Europa.. En realidad evidenció que hasta en el terreno humano se comportaba como una persona cercana y cálida, poniendo de manifiesto que es  presidente de un país que se ha abierto a los nuevos horizontes del socialismo humanista y democrático y  un ciudadano más de Ecuador por su sencillez. Que un periodista español se permita dar lecciones de estilo al Presidente de Ecuador que ha implantado un programa tan eficaz por humano y por haber beneficiado a la comunidad, es una lección para quien sea capaz de ordenar su mente sin prejuicios. Lástima que el orgullo español atrofie las neuronas y mire al dedo cuando alguien apunta a la luna.


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