miércoles, 21 de mayo de 2014

LA PLAGA DEL MILITARISMO



LA PLAGA DEL MILITARISMO
Se atribuye a Bertrand Rusell la frase. “La peor plaga del mundo es el militarismo”.  Viene esto a cuento a la vista de las continuas intervenciones de los militares con la pretensión de solucionar los problemas que se producen en diferentes áreas calientes y  es una evidencia que llevan siempre al desastre porque sus medidas simplistas de fuerza desembocan en tragedias que después tienen que ser los civiles a  los que les toca recuperar los destrozos. No hace falta hacer un relato de las intervenciones actuales e históricas que avalan la opinión de este humanista, que además, fue el padre de la teoría de la relatividad.  El gasto e inversión crecientes en equipos y maquinaria de guerra son espectaculares y restan fondos necesarios para atender necesidades sociales urgentes e imprescindibles para el progreso de la humanidad con dignidad. Además de ser inútiles  y su utilización genera efectos negativos por la destrucción que producen y por el desconocimiento de las técnicas y sistemas de gestión de unos individuos que se les capacita exclusivamente para destruir y  luchar para triunfar contra los que ellos deciden quienes son los enemigos a abatir. Se ha creado en los países del mundo desarrollado una tecnología militar destructiva que  es producida en corporaciones especializadas que aprovisionan equipamiento  a los ejércitos y que sirve para enriquecer a grupos financieros planetarios que son capaces de crear una filosofía engañosa de la defensa en la que mezclan interesadamente conceptos tales como el patriotismo, el odio al enemigo y la ilusión de que el poseer unas fuerzas armadas potentes aseguran a la población lo que ellos denominan la paz por la vía del terror. Realmente el militarismo ha sido el origen de los estados modernos que se han formado mediante invasiones a otros y acuerdos de reparto de zonas de influencia con otras potencias competidoras. O mediante matrimonios de conveniencia entre reyes. Son artificiales porque dominan por la fuerza de las armas a diferentes pueblos y naciones que no tienen nada que les vincule con el invasor, salvo el dominio  y el miedo a las represalias si defienden su idiosincrasia y la  historia que les ha dado origen desde tiempos a veces desconocidos por su antigüedad.. Los ejércitos son los instrumentos de invasión y pacificación de esos pueblos a los que se les despoja de sus  identidades para imponerles las costumbres y sistemas que van a generar plusvalías a favor del invasor, a costa del empobrecimiento de los pueblos colonizados. Es una evidencia que si se moderase el gasto militar en el mundo o se suprimiera en su totalidad los problemas de la humanidad desaparecerían, pues el planeta Tierra es capaz de ofrecer cobijo suficiente a toda la población mundial si se explotan sus recursos y se distribuyeran con racionalidad y no se consumiesen  para mantener la desigualdad que es el fundamento del capitalismo. Es sonrojante que países que están sufriendo hambrunas, pero que tienen recursos propios como para poder satisfacer las necesidades de su población, las potencias militaristas se limitan a explotar sus recursos en su propio beneficio y sólo acuden en su ayuda cuando se producen revoluciones que pueden afectar a sus intereses, para lo que  les suministran armamento y se destruyan entre ellos, pero no les proveerán de  nada que les sirva para salir del subdesarrollo y puedan potenciar el aprovechamiento de sus propios recursos.

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