jueves, 29 de mayo de 2014

EL ALMA BUCOLICA Y PASTORIL



EL ALMA BUCOLICA Y PASTORIL DE LOS JUECES.
Recientemente se ha publicado una entrevista a un juez con  relevancia  en su mundo. Merece la pena analizarse porque  su expresión y contenido está trufado  de humanismo, mostrando que la función de los jueces es algo sublime, por eso consigue cautivar al lector de buena voluntad. Pero los que frecuentan el espacio judicial y conocen la realidad interna se sorprenderán ante el contraste  entre las ideas celestiales que expone y la rigidez y carencia de sensibilidad  de las sentencias judiciales en general. Se diría al conocerlas que los que las redactan  son seres de otro planeta, puesto que se limitan a valorar los hechos  según la literalidad de las leyes, sin apelar a consideraciones que contengan sentimientos  que les añadan un tono humanitario dado que los enjuiciados no dejan de ser personas con sentimientos. Afirman que para asegurar la imparcialidad deben arrinconar todo vestigio  afectivo y aplicar la ley que ellos no han promulgado. Y añaden el latiguillo: “Dura lex sed lex”, como argumento que sirve para justificar todo. Afirman que les queda un espacio muy limitado para interpretaciones porque los códigos son rigurosos y previenen todo. Esa es la disculpa que les permite  redactar sentencias  como si fueran de serie. En realidad lo fácil para ellos es aplicar la literalidad de la ley, pues la interpretación reflexiva es compleja, pesada, ineficaz y puede  desagradar al Príncipe. Por otra parte  un principio del derecho  obliga a los jueces a enjuiciar teniendo en cuenta el contexto social. Ello no deja de ser un brindis al sol, pues analizar el contexto para unos jueces inflexibles supone limitarles su visión de poder absoluto que poseen. Sí tienen en cuenta el contexto, pero depende de los casos y quiénes son los encausados, pues en  casos de personajes notorios,  se muestran exquisitos a la hora de las diligencias, incluso excediéndose  en las garantías procesales, lo cual les sirve para retrasar los juicios y  las sentencias, lo que no es de aplicación cuando se trata del ciudadano del común..Al comparar las declaraciones filosóficas angelicales de los jueces que desean propagar una  justicia sublime, con el rigor e inflexibilidad de las sentencias que emiten, uno llega a temer el riesgo de esquizofrenia a la que les puede llevar a la mayoría de ellos si quieren seguir sirviendo a dos amos: a la justicia popular, o bien a la que les procura popularidad, prestigio y, quien sabe si paz de conciencia. Que para ser juez lo imprescindible no es sólo  saber de memoria muchas leyes, que juez deberían examinarse los fundamentos  de sus conciencias para poder valorar si son capaces de enjuiciar a un semejante, aunque no sea banquero, militar o haya sido denunciado por corrupto. Decía Unamuno:”Antes la justicia que la paz”

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