jueves, 10 de septiembre de 2015

NO TODOS SOMOS CULPABLES



NO TODOS  SOMOS CULPABLES   
En un artículo de opinión su autor, con la mejor voluntad, propone que cada uno afronte la responsabilidad en el contencioso vasco para  lograr de la paz, pide a cada uno  cesar en las ofensas mutuas, sean o no enemigos. Que pidamos perdón por las  que hayamos causado a los demás y que perdonemos las que nos hayan ofendido. Que todos tenemos alguna culpa y que por la paz, merece la pena transigir, tanto los que han causado la violencia como los que la han reprimido. Lamento tener que discrepar del autor, pues yo no he hecho  nada que se me tenga que  perdonar, pero sí tendría mucho que perdonar a los que me han ofendido. Esa visión “buenista y angelical” del perdón  y olvido podría ser cuestión de convicciones religiosas o filosóficas, pero antes se necesita un proceso de catarsis para que se pongan de manifiesto  los sufrimientos de todas las partes y  las ofensas causadas. Porque los pueblos no son una manada de individuos  sin  coordinar.. Individualmente todos podemos expresar sentimientos y darles el conducto que  se crea conveniente, pero cuando los individuos tienen conciencia y se organizan,  se convierten en pueblo, que es algo que trasciende a la individualidad. Lo que pide el amable autor es  que cada uno hagamos lo que esté en nuestra mano por la paz es un buen consejo y cada uno deberá valorarlo, pero los pueblos como tales  desarrollan unos valores colectivos síntesis de las individualidades que generan su identidad, de la que nadie es dueño, pero de la  que todos tenemos derecho a participar  respetándola y defendiéndola  si es preciso con la vida. Algo así como el patriotismo, aunque está desprestigiado  porque  los exegetas de los estados modernos  incitan a confundir patria con estado. No es aceptable que todos nos sintamos culpables para que surja la reconciliación: unos tendrán que examinar su conciencia y  descubrirá sus ofensas y culpabilidades. Otros no tenemos nada que los demás tengan que perdonarnos porque no  hemos  ofendido ni a nuestros adversarios políticos ni a nuestro pueblo. Es un error buscar la solución de los problemas de reconciliación de los pueblos asumiendo individualmente responsabilidades por ofensas no  cometidas,  siendo otros los  culpables. Autoculpabilizarse de todo es un recurso de débiles que no tienen el coraje  para defender sus derechos y acusar con argumentos  a los  que prefieren la paz a la justicia. El pueblo vasco necesita la catarsis de un Ernesto Sábato.




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