NO TODOS SOMOS CULPABLES
En un artículo de opinión su autor, con la mejor voluntad, propone que cada uno afronte la responsabilidad en el contencioso vasco para lograr de la paz, pide a cada uno cesar en las ofensas mutuas, sean o no enemigos. Que pidamos perdón por las que hayamos causado a los demás y que perdonemos las que nos hayan ofendido. Que todos tenemos alguna culpa y que por la paz, merece la pena transigir, tanto los que han causado la violencia como los que la han reprimido. Lamento tener que discrepar del autor, pues yo no he hecho nada que se me tenga que perdonar, pero sí tendría mucho que perdonar a los que me han ofendido. Esa visión “buenista y angelical” del perdón y olvido podría ser cuestión de convicciones religiosas o filosóficas, pero antes se necesita un proceso de catarsis para que se pongan de manifiesto los sufrimientos de todas las partes y las ofensas causadas. Porque los pueblos no son una manada de individuos sin coordinar.. Individualmente todos podemos expresar sentimientos y darles el conducto que se crea conveniente, pero cuando los individuos tienen conciencia y se organizan, se convierten en pueblo, que es algo que trasciende a la individualidad. Lo que pide el amable autor es que cada uno hagamos lo que esté en nuestra mano por la paz es un buen consejo y cada uno deberá valorarlo, pero los pueblos como tales desarrollan unos valores colectivos síntesis de las individualidades que generan su identidad, de la que nadie es dueño, pero de la que todos tenemos derecho a participar respetándola y defendiéndola si es preciso con la vida. Algo así como el patriotismo, aunque está desprestigiado porque los exegetas de los estados modernos incitan a confundir patria con estado. No es aceptable que todos nos sintamos culpables para que surja la reconciliación: unos tendrán que examinar su conciencia y descubrirá sus ofensas y culpabilidades. Otros no tenemos nada que los demás tengan que perdonarnos porque no hemos ofendido ni a nuestros adversarios políticos ni a nuestro pueblo. Es un error buscar la solución de los problemas de reconciliación de los pueblos asumiendo individualmente responsabilidades por ofensas no cometidas, siendo otros los culpables. Autoculpabilizarse de todo es un recurso de débiles que no tienen el coraje para defender sus derechos y acusar con argumentos a los que prefieren la paz a la justicia. El pueblo vasco necesita la catarsis de un Ernesto Sábato.
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