EL VALOR DEL VOTO
Un conocido sociólogo conservador al analizar la composición del voto en las elecciones argumenta que el
futuro de la sociedad democrática está pervertido a causa del propio fundamento del principio del sistema democrático: “un
hombre, un voto”. En su tesis afirma que es un error otorgar el mismo peso específico a un ciudadano del
común que al que posee características
distintivas y que no se reflejen en el voto. Recuerda que en la Inglaterra previctoriana el voto estaba vinculado a los “fuegos”, es
decir, en función del número de
viviendas que poseía el votante. De manera que sólo tenía derecho a emitirlo
quien tenía un signo evidente de riqueza que no podía ejercer quien carecía de un hogar propio, por tanto, no
propietario. Era el voto selectivo que impedía ejercerlo a
quien no tenía significación social en
la colectividad. Esto en la actualidad
se plantearía en una hipotética modificación de los principios democráticos de forma
que sólo pudieran votar los propietarios de inmuebles y por extensión, en función del patrimonio acumulado, estudios,
títulos o signos externos que den relevancia al ciudadano. Por tanto, una gran masa poblacional no podría
votar o su voto tendría un menor peso,
con lo que el principio citado de “un hombre, un voto”, quedaría desvirtuado y
la “democracia” sería ejercida sólo por privilegiados. Parece que un signo del
progreso se basa en el principio
impuesto por la Revolución Francesa de “la igualdad de todos ante la ley” y que
se ha constituido en un derecho irreversible. Pero, aunque estas ideas revisionistas en pro de la segregación en función de signos externos ha sido siempre
rechazada por los expertos en derecho constitucional, la realidad es que el
neoliberalismo está propagando la
doctrina selectiva de discriminación del peso del voto porque la democracia popular se va a adueñando de los
sistemas de gestión política y terminarán
los plebeyos por mandar, poniendo en
peligro los intereses de los poderosos que actualmente el sistema les permiten
manipular a los políticos que lideran la
sociedad. Cree no obstante el sociólogo
con cinismo, que el problema no es acuciante, pues los sistemas de captación de
voto basados en la manipulación son muy eficaces y cada vez se perfeccionan
más. Que es preferible que la plebe crea
que es libre a la hora de ejercer su sagrado
derecho a decidir quien les gobernará.
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