LA HISTORIA LA ESCRIBEN LOS VENCEDORES.
Hace un par de meses un amigo me comentaba que había estado
presente en un homenaje que se viene haciendo desde hace años a los prisioneros
de guerra que fueron condenados a trabajos forzados a construir la carretera
que une el Valle de Salazar con el de Esga. El homenaje se celebró ante un
monolito conmemorativo en el alto entre Bidangoz e Igal, precisamente donde
estuvieron trabajando y muriendo durante
más de tres años aquellos héroes anónimos. Mi amigo conoce bien aquellos
espacios porque es montañero y al
proponerle asistir a un acontecimiento en aquel pueblo tan poético y con habitantes tan amables, no dudó en aceptar la
invitación. En el sencillo acto estuvieron presentes algunos de los pocos que todavía están vivos, quienes
relataron pasajes crueles de sus experiencias. También estaban presentes en el
acto muchos hijos, familiares, descendientes
y otros muchos sensibilizados que quisieron solidarizarse al acto tan emotivo. Todas las intervenciones tenían un sentimiento
reivindicativo por el olvido y el desprecio de las autoridades y organismos
públicos. Mmuchos de aquellos esclavos han quedado en el anonimato y muestran a
las claras que la reconciliación que proclaman los vencedores es una historia
que deberá reescribirse, pero proclamando la verdad y exigiendo justicia, rechazando la humillación a la que se les ha sometido desde las tramas
vencedoras y desde las tibias de los que afirman que recordar aquellos hechos
es buscar venganza. A mi amigo le hizo
pensar que no aclarar la tragedia de los fusilamientos y los sufrimientos de los
trabajadores forzados derrotados
en la guerra fratricida muestra la realidad de que los triunfadores en la
contienda mantienen la filosofía con espíritu vencedor y que la reconciliación
es un slogan más con el que se ha disimulado el sainete de la “Transición” a la
muerte del Generalísimo Franco. Han pasado casi
ochenta años desde el golpe de estado, pero por muchos que transcurran, si no se pide perdón a los
vencidos, a sus descendientes y a los demócratas en general, no habrá una
catarsis reconciliadora generadora de
paz y éste será siempre un pueblo triste y pesimista. En los actos lúdicos
celebrados posteriormente en Bidangoz mi amigo se sintió uno de ellos, porque
le mostraron su afecto. El si que quedó impresionado y se prometió a sí mismo
que volvería todos los años al homenaje de los perdedores. ¡Oh, muerte, dónde
está tu victoria!
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