RENOVACIÓN DEL PERMISO DE EXPLOTACIÓN DE GAROÑA.
La catástrofe de Fukuyama marcó un antes y un después
respecto a la seguridad de la energía nuclear: el pánico se extendió como un
reguero de pólvora, cancelándose todos los planes de construcción de nuevas en
todo el mundo, acortándose las fechas de cierre de la actividad de las que
están en funcionamiento. Influenciadas por la presión antinuclear nuestras autoridades
decidieron poner fecha final a la actividad de Garoña.
Pero pasados lo momentos de pánico, el Ministro de Industria, el triste
y dubitativo José Manuel Soria, impulsó a Nuclenor a continuar su explotación,
aunque ésta inicialmente rechazara el plan debido al coste de los sistemas de
seguridad exigidos y al impuesto sobre la electricidad implantado, lo que la hacía
antieconómica. Animó a continuar explotándola, a pesar del tremendo aviso que supuso la explosión de
Fukuyama y echar por tierra todas las garantía de seguridad de las que con soberbia
y suficiencia se ridiculizaba a los grupos antinucleares lo cuales avisaban de
los gravísimos riesgos de esa clase de energía.. Por fin, estimulada por el Gobierno
ha decidido prorrogar su funcionamiento otros diez años más. Por lo visto no se han enterado que la de
Fukuyama está vertiendo cantidades inmensas de aguas contaminadas radioactivas
al mar y no pueden contenerla, por eso, finalmente, ante la imposibilidad de
solucionar lo que parece ser un riesgo extremo y que se repita la tragedia, han
decidido demoler la central. Mientras, sin embargo, recuperadas del susto,
nuestras autoridades, con esa gran capacidad prospectiva para detectar catástrofes, han decidido
continuar manteniendo el negocio a las eléctricas, aunque haya todos las
evidencias de que la seguridad de la que hacían alarde las eléctricas y los
organismos de control nuclear no cubren ni remotamente todos los riesgos que se han puesto de manifiesto y que en
países con criterios y rigor han tomado la decisión de cancelar los permisos de
explotación.. Que parece que el Ministerio desconoce que Garoña está amortizada y su vida útil
sobrepasada, a pesar de los pronunciamientos favorables a su continuidad de la Junta
de Energía Nuclear que aparenta ser una filial de la patronal de las
eléctricas.
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