SERVIL CON EL FUERTE, CRUEL CON EL DEBIL
Nuestros gobernantes confunden con frecuencia la rigidez con la fortaleza.
El débil es inflexible y frágil. Quien es fuerte es capaz de ser flexible y
puede llegar a acuerdos con el oponente, por muy complicada que sean las discrepancias.. La tradicional
actitud de las autoridades españolas adolece de ese complejo al que quieren
dar un tono de seriedad y vigor. Aceptan cambiar la Constitución en un solo día para
satisfacer a nuestros socios europeos porque nos exigían dar prioridad al pago
de la deuda externa sobre la doméstica. Sin embargo apelan a la Constitución
para impedir a los catalanes celebrar un referéndum consultivo, cuando la
presión popular lo va imponer irremediablemente. Han pasado años a la espera de
legislar la sucesión del rey, pero ahora que conviene, se improvisa modificando
una ley orgánica para salir del apuro de forma dudosamente ajustada a las legislación
a causa de que el rey ha abdicado. En contraste con la voluntad obstruccionista
de Madrid a la hora de transferir las
competencias al Gobierno Vasco, pendientes desde que se aprobó el Estatuto se
demoran aduciendo disculpas de mal pagador.. Se encienden las alarmas en la
gobernabilidad de Nafarroa a causa la impericia y ambición de Barcina. La
crisis causada por las revelaciones de tráfico de influencias de la
Vicepresidencia y por la quiebra de la CAN, pusieron en evidencia que debían de
convocarse elecciones anticipadas para dar salida al sainete. Pero el PP y el
PSOE, éste con la vergonzante
colaboración de Rubalcaba, Valenciano y otros ilustres centralistas de la
Ejecutiva, antepusieron los intereses
superiores de Estado sobre los de los
navarros,. De ese modo lograron mantener
a los foralistas en el gobierno, aunque en situación precaria, lo que muestra una vez más que a algunos
políticos les es indiferente el bienestar de la población si conviene a su
partido o a los intereses de los grupos
de presión del Estado. Contrasta la postura de fuerza de de las fuerzas
inmovilistas que sostienen los poderes fácticos que se enfrentan contra las
demandas de la población que quiere liberarse del navarrismo casposo y caciquil
fomentado por Madrid para evitar lo que
ya es una demanda inevitable: que Nafarroa quiere recuperar lo que le arrebataron
por la fuerza en 1522, pero que no
renunciará a su historia. Y ello porque la España rígida y frágil no
quiere poner a prueba lo que tarde o temprano tendrá que aceptar por la lógica
evolución de la historia. Decía Josep Plá: “Lo más parecido a un español de derechas
es un español de izquierdas”.
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