miércoles, 4 de junio de 2014

EXCEDENCIA DE ALTOS FUNCIONARIOS



EXCEDENCIA DE ALTOS FUNCIONARIOS.
Noticias de agencia informan que casi el 50 % de la plantilla de Abogados del Estado están en excedencia. Son unos 700, por lo que realmente sólo trabajan 350 en funciones para lo que  ganaron una oposición  con  los que Estado ha debido invertir en formarlos y potenciarlos profesionalmente..  Parece que esta es una línea de actuación de otros cuerpos de élite como Inspectores de Hacienda, de Trabajo, jueces, etc. Lógico que se les conceda la excedencia si han sido elegidos diputados, concejales u otros cargos  públicos. Pero lo que tiene tintes de fraude es que  cuando deciden pedir la excedencia para ocupar un cargo en la actividad privada, tengan el puesto asegurado en la Administración si les place volver a ella sin ninguna traba ni limitación. He ahí el origen del desorden y de la lentitud de los servicios públicos que tienen sus organigramas definidos y el personal asignado, pero que en la realidad existen las vacantes  de los que están en excedencia. Es evidente que los funcionarios, como cualquier ciudadano puede cambiar de trabajo cuando le interese en función de sus deseos privados legítimos, pero debe entenderse que los derechos individuales deben estar supeditados a los de la colectividad. Por tanto, la Administración tendría que fijar las normas para que este derecho prioritario no se vea vulnerado por los de los funcionarios que deseen la excedencia. Debería arbitrarse una salvaguardia disuasoria para el continuo flujo de técnicos cualificados de la pública a la privada y viceversa. Es necesario exigir al que desee retornar como funcionario que deba volver a ganar la oposición, añadiéndosele un plus de discriminación negativo a la hora de la evaluación en su  resultado final.  El sistema de “puerta giratoria” para los altos funcionarios supone degradar la calidad del servicio a los ciudadanos que son los que pagan sus sueldos, en cambio reciben sus servicios deficientemente por un mal entendido sentido de la libertad individual de los funcionarios, sin entender bien que  “su misión es servir a los ciudadanos” y no servirse de ellos para su provecho exclusivo. El escalón superior de los funcionarios forman una casta de privilegiados intocables que tienen en sus manos el poder de colapsar la Administración  pública cuando lo crean conveniente. Slogan de Arias Cañete: “La Administración española es manifiestamente mejorable”.



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