MANUEL AZAÑA, AGUIRRE Y LA DEMOCRACIA
El Presidente de la República fue un intelectual honesto que
luchó por modernizar el país, democratizándolo
en su búsqueda incansable de justicia
social y la libertad real en beneficio de toda la ciudadanía. Pero, precisamente
su marcado sentido de la justicia y la libertad fueron la causa de fracasar en
sus objetivos. Una vez más se evidencia que un lider político no puede tener un
perfil excesivamente reflexivo y teórico, pues existe el riesgo de paralizar la
dinámica social necesaria para avanzar en el progreso general. Por su
dialéctica era considerado como uno de los diputados más brillantes de la
época. Pero se perdió mucho tiempo en discusiones y no supo afrontar los
problemas reales que angustiaban a la gente. Se entiende mal que no fuera capaz
de movilizar a las fuerzas democráticas internacionales para obtener la ayuda
material y moral necesarias para luchar
contra los rebeldes. Un jefe de estado requiere ante todo ser eficaz para explicar la causa de la República que
tantas adhesiones tenía en el mundo democrático internacional. Siempre se
mostró pusilánime a la hora de enfrentarse a los problemas. La guerra se perdió
por no saber dinamizar y coordinar a las fuerzas leales a la República,
mientras se veía con claridad que Franco avanzaba inexorablemente sin
preocuparle otra cosa que la victoria. Se mostró débil a la hora de dar
solución a los múltiples y evidentes síntomas
de que en los ejércitos había un ambiente de rebelión. Cuando los
franquistas triunfaron el el frente del Norte, el Lehendakari Aguirre le
propuso trasladar los restos del Eusko Gudarostea a Catalunya para continuar allí en la lucha, Azaña, mirándole despectivamente y con una sonrisa humillante,
le respondió negativamente. Hay que recordar que aceptó la creación de la
República de Euskadi sólo después de
múltiples dudas y negativas, lo que supuso la pérdida de un tiempo precioso, que resultó la causa de que Navarra se
constituyera en el nido desde donde se inició “La Cruzada” y que a la postre
sirvió de base operativa de los rebeldes para la pérdida del Frente del Norte.
Tristemente, su falta de vigor y su duda existencial llevó a España a fracasar
en el único intento serio de derrocar el
Ancien Règime monárquico, como explica la historia de las democracias progresistas: Francia, con
su Revolución, Alemania, con Bismark. Reino Unido, con Oliver Cromwell. Italia, con Garibaldi, o USA con Washington.
España es el único país que tiene pendiente la revolución para que la
aristocracia sea sustituida por la burguesía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario