sábado, 28 de junio de 2014

REFLEXIONES SOBRE LA SOLIDARIDAD



REFLEXIONES SOBRE LA SOLIDARIDAD.
Nos hemos acostumbrado a las promesas del Estado –Providencia que prometía  proveer todas nuestras necesidades a cambio de que no pensáramos y dejáramos en sus manos la gestión de los asuntos públicos. A muchos les resultó un buen acuerdo, pues, aunque nos reducían a seres inertes, a cambio vivíamos felices  en el limbo y los políticos tenían libertad para actuar a su antojo.  John F. Kennedy proclamó. “No preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por tu país” Es decir: todos los derechos, pero compromisos, pocos. Los culpables: siempre  los otros.. Lamentamos la situación de grandes colectivos que por causa de la crisis están sufriendo situaciones de extrema necesidad. Pero nos limitamos a quejarnos y a criticar a las instituciones. Si nuestra solidaridad fuera sincera deberíamos aceptar sacrificios en beneficio de los que necesitan ayuda porque no son capaces de subsistir por sus medios. Los que tienen rentas o salarios superiores deberían aceptar pagar impuestos directos más elevados. Los jubilados con pensiones máximas, renunciar  a los diversos beneficios, tales como  desplazamientos bonificados, reconocer que es justo el pago de una proporción mayor de las medicinas u otros beneficios, a cambio de que se destinen a solucionar las tragedias de los jubilados que las que perciben son  humillantes. Claro que sin carácter de limosna o como contribución voluntaria, que les deja a la buena o mala voluntad del  privilegiado.. Se debería modificar el sistema fiscal que supusiera una política eficaz de trasvase de rentas de los que poseen, a favor de los que carecen de medios. Pero no sería ello suficiente para promover una mayor justicia social: se exigiría promover una concienciación popular para movilizar a los colectivos y asociaciones para impedir  desahucios de familias que no tienen otra  alternativa que la miseria. Se deberían inamizar los partidos políticos para que denuncien valientemente la corrupción y se logre cambiar las leyes de forma que la población tenga la capacidad para revocar el mandato de sus representantes. Limitar  por ley los sueldos, indemnizaciones o reparto de beneficios de empresas que sean manifiestamente escandalosos. Se garantizarían  por ley una renta mínima a los niños para cubrir sus necesidades primarias. Todo ello amparado por  jueces  capaces de hacer una interpretación progresista de las leyes y no se amilanen si tienen que procesar a poderosos, especuladores o evasores fiscales. En realidad la sociedad  posee recursos económicos suficientes, y con la legislación vigente se  evitaría la insultante desigualdad entre los poderosos y los que nada tienen. Lo que se echa de menos es una interpretación de las leyes que no siempre sea beneficiosa para los que privilegiados.

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