EL IRRESISTIBLE OPTIMISMO EMRESARIAL
Nuestra clase empresarial
es impredecible, única, no nos la merecemos. El Presidente de Telefónica,
Cesar Alierta, afirma en su discurso a la Junta General, que “si se logra la
paz social creo que existen instrumentos y medios muy sencillos para crear
empleo y que para el año 2016 el paro
descenderá al 14 %”. A preguntas de un accionista se informó que el Presidente en el 2013, percibió un sueldo de 5,8 millones
de €. Fundamenta las tan elevadas retribuciones
de los directivos en la dificultad de gestionar una multinacional de gran complejidad.
Respecto a la justificación de esas retribuciones en la “dificultad de gestión”, uno no sabe si
acompañarle en el sentimiento por los tremendos esfuerzos que se exige a los directivos, o directamente pedirles que ponga
otra disculpa que sea creíble y que eviten ironizar con los asistentes a la junta,
no se rían de sus empleados o ex empleados despedidos para que se les
puedan pagar esos sueldos estratosféricos. Pero lo más preocupante es que el
Sr. Alierta no haya informado inmediatamente al Gobierno del sistema para reducir
el paro en doce puntos porcentuales. Incluso se le podría acusar de negación de
ayuda al Estado, pues todos los esfuerzos del equipo de Rajoy lo han incrementado. La población se sentirá
satisfecha y feliz por tener empresarios en nuestro país con tal capacidad mágica para
contener el desempleo que ya llega a niveles insoportables.. Otra novedad llamativa
que anuncia el cambio de estrategia del gobierno es que, con el precedente de
otros países de la UE, se van a incluir en el PIB parámetros tan etéreos como el valor de
los servicios de la prostitución y el de las transacciones del mercado de droga.
Ambas partidas harán crecer repentinamente el PIB, con las correspondientes
consecuencias que se deriven. Estas novedades llenas de imaginación demuestran su dominio de la ingeniería financiera. No habría
que ser demasiado perspicaz si se piensa
que el Sr. Alierta se propone introducir alguna genialidad en el procedimiento de la cuantificación
de la población de parados, de forma que repentinamente nuestra
población sin empleo descenderá 12 puntos porcentuales. Esperemos que no sea por arte de magia, que nuestros
“tycoons” se distingan de los banqueros
mundiales, que presentan sus balances y
resultados auditados y bendecidos por sociedades
de ratting garantizando que los estados contables son
fiel reflejo de la realidad de sus empresas. Porque esas prestigiosas
sociedades privadas de ratting expresan
sus calificaciones en función de hechos y circunstancias tan objetivas como la
amistad entre los socios y sus directivos o los honorarios que pagan a
sus expertos analistas. Es tal la seriedad y solvencia de sus informes, que
varios bancos y grandes compañías auditadas y clasificadas con la puntuación
máxima de AAA, al cabo de breves semanas se han declarado en quiebra. Y sus
directivos codeándose con la Reserva Federal, con el FMI, con el BCE o con los
organismos oficiales que ordenan las finanzas mundiales. Exclamación a B.
Clinton en un acto para potenciar su candidatura: “!Es la economía, estùpido!”
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