LOS TRIBUNALES Y EL TERRORISMO
Recientemente el CIS publica la habitual encuesta sobre las
preferencias de la población y concluye que los jueces son el estamento peor
valorado. En declaraciones de la Presidenta de la Sala de lo Social y miembro
del TSJPV, Garbiñe Biurrun, manifiesta que “…los tribunales no debieron entrar
nunca en el “juego del Estado ” contra el terrorismo…” Además, urge a Rajoy
para acercar los presos de ETA porque es de justicia”. A buenas horas se le
ocurre manifestarlo, después de la tremenda tragedia que ha supuesto sacar del
ámbito político un problema con raíces políticas, que al judicializarlo ha dado
un protagonismo a los jueces en asuntos que le son ajenos, pero que ello ha
creado profundo dolor por las tremendas condenas y por los odios generados
que ha supuesto la separación en dos comunidades
irreconciliables.. Decirlo ahora, cuando la población no cree en ellos tiene el
tufo del oportunismo y sus manifestaciones no tienen ninguna credibilidad. Si
esa era su convicción, por qué no lo manifestó antes, por qué
no se opuso a interpretaciones tan severas de la ley y en lugar de
contribuir a echar gasolina al fuego para apagarlo? Por qué no arriesgó como ahora lo hace al verse desacreditados
ante el pueblo? Quizá pudiera ser un atenuante a la hora de valorar a los
jueces en Euskal Herria el hecho de que
no son vascos y sus criterios carecen del imprescindible componente humano,
limitándose a la máxima “Lex dura sed lex”. Pero es que la señora Biurrun tiene
una presencia continua en los medios de información, habla Euskara y sus
criterios en los coloquios hacen pensar de ella que su dimensión humana puede
matizar el rigor de sus sentencias. Eso se deduciría en el caso de esta
sorprendente afirmación respecto a la judicialización del terrorismo, lo que reitera
una vez más el argumento que justifica
la humillante clasificación de los jueces en el ranking de las preferencias populares..
Si los jueces hubieran emitido sus sentencias en beneficio de la colectividad y no se hubieran plegado a
presión del príncipe, seguramente esta sociedad hubiera sido menos violenta y
creería en los jueces. Como dice un proverbio oriental “Los jueces no pueden
sacarse a sí mismos de la ciénaga tirando de su propia coleta”
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