domingo, 28 de abril de 2019

LA TENSIÓN CON LAS NACIONALIDADES HISTORCAS


  LA TENSIÓN CON LAS NACIONALIDADES HISTORICAS
El Estado Español debería plantearse con  seriedad  la presencia pacífica  en su seno de las nacionalidades catalana y vasca desterrando la fuerza militar  y las leyes represivas  para mantener la unión, pues el contexto internacional lo impediría, tal como lo está  combatiendo  el gobierno en Catalunya.. No se puede someter a toda la población del estado  a la tensión que provoca la presencia forzada de catalanes y vascos  que son los dinamizadores de  industrial y finanzas  y que aportan más del 30 % del presupuesto nacional. La experiencia desde tiempos inmemoriales, pero en especial en los últimos 200 años,  es como para replantearse con rigor y lealtad mutua  la dinámica  necesaria para que los políticos españoles cesen en su tradicional obsesión de que el centro pobre y conservador  quiera dominar a la periferia  dinámica y progresista para  llegar a un acuerdo justo y honorable y se llegue a  un armisticio que pacifique las relaciones mutuas  colocando a cada una de ambas  nacionalidades  en el espacio que les corresponde en función de parámetros objetivos y no con la pretensión de mantener los principios obsoletos  que se originan en un tosco  imperialismo invasivo  que provoca tensión en  las nacionalidades  porque se les niega el espacio específico  que les correspondería según la actual relevancia  de ambas  en el país. Lógicamente asumiendo cada protagonista las responsabilidades que le correspondan. No es posible prejuzgar el objetivo al que se llegará, pues si imponen prejuicios  y líneas rojas  se produciría una desconfianza que irremediablemente  terminaría  en la independencia a costa de muchos ewfuerzos  porque  España carece de políticos que piensen con altura de miras  y les sobran los  fracasados criterios obsoletos de las glorias de imperio del que se alardeaba  que no se ponía el sol, pues siempre se hallaba oscuro y en guerras interminables. Es lo que le  han impedido ocupar el  lugar que le hubiera correspondido en la historia del concierto de las naciones.


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