COMENTARISTAS O AGITADORES?
Los locutores españoles que televisan los partidos del Mundial están descontrolados a cuenta del
patriotismo. Produce vergüenza ajena su nivel de fanatismo, como si existieran instrucciones de los políticos para que se dé
un baño de celtiverismo para olvidar los duelos reales que nos asfixian. Dan lecciones de semántica
en sus expresiones filosóficas al describir un lance cualquiera: con una
terminología próxima a la metafísica para describir estados de ánimo o la
teología para impetrar de los dioses el triunfo de nuestra selección que nos
representa y que está en estos momentos en los pies de estos superhombres que tienen todos los méritos para ser declarados
santos, defensores de la Hispanidad o filósofos a la hora de expresar sus
convicciones patrióticas como ciudadanos ejemplares para nuestra ciudadanía.
Los comentaristas tienen el mérito de dinamizar la sociedad al dar impresión de
que en Rusia volvemos a jugarnos las esencias patrias como españoles, como cuando el comunismo quiso invadirnos para convertirnos
en satélites de la URSS. Tal como
explicaban los locutores expertos en un
lenguaje científico sólo comprensible
para iniciados, “La Roja” ganaría,
daría una paliza a Portugal. Afirmaban que sería “un paseo” sobre nuestros enemigos. Lopetegui
pasaba de superhombre a general traidor que abandona sus soldados..Argumentaban que Hierro era superior al “vendido al Madrid” y que arrollaríamos
a Portugal.. Con el 3-2 , ya finalizando el partido as expresiones eran más que de euforia, ofensivos para Portugal, especialmente para Ronaldo
al que se le acusó de las peores intenciones
contra nuestra selección. Pero el drama estaba aun por llegar, pues en el
último minuto se pitó una falta contra España, lógicamente injusta, pues, a
juicio de los desapasionados comentaristas el árbitro favorecía sistemáticamente a Portugal. Ronaldo actuó de mala fe, pues lanzó el balón precisamente por donde De Gea no esperaba. Y, claro, fue gol. El empate se consumó.
Fueron instantes dramáticos: se produjo un silencio sepulcral que rompieron los locutores- agitadores describiendo argumentos, excusas y despreciando a Ronaldo, pues se trataba del jugador mimado
del Real Madrid. Gracias a su
dialéctica, profesionalidad y patriotismo los comentaristas recuperaron la
tranquilidad de los televidentes y transformaron un humillante empate en triunfo sobre los portugueses. Porque desde siempre han temido ser invadidos por sus
vecinos españoles.
No hay comentarios:
Publicar un comentario