miércoles, 20 de junio de 2018

COMENTARISTAS O AGITADORES?


COMENTARISTAS O AGITADORES?
Los locutores españoles que   televisan los partidos del Mundial  están descontrolados a cuenta del patriotismo. Produce vergüenza ajena su nivel de fanatismo, como si existieran  instrucciones de los políticos para que se dé un baño de celtiverismo para olvidar los duelos reales  que nos asfixian. Dan lecciones de semántica en sus  expresiones filosóficas al  describir un lance cualquiera: con una terminología próxima a la metafísica para describir estados de ánimo  o  la teología para impetrar de los dioses el triunfo de nuestra selección que nos representa  y que  está en estos momentos en los pies de estos  superhombres que  tienen  todos los méritos para ser declarados santos,  defensores de la Hispanidad o  filósofos a la hora de expresar sus convicciones patrióticas como ciudadanos ejemplares para nuestra ciudadanía. Los comentaristas tienen el mérito de dinamizar la sociedad al dar impresión de que en Rusia volvemos a jugarnos las esencias patrias como españoles, como  cuando el comunismo quiso invadirnos para convertirnos en  satélites de la URSS. Tal como explicaban los locutores  expertos en un lenguaje científico  sólo comprensible para iniciados, “La Roja”  ganaría, daría  una paliza a Portugal. Afirmaban  que sería  “un paseo” sobre nuestros enemigos. Lopetegui pasaba de  superhombre a general  traidor que abandona  sus soldados..Argumentaban que  Hierro  era superior al “vendido al Madrid” y que arrollaríamos a Portugal.. Con el  3-2 , ya  finalizando  el partido as expresiones eran más que  de euforia,  ofensivos para Portugal, especialmente para Ronaldo al que se le acusó  de las peores intenciones contra nuestra selección. Pero el drama estaba aun por llegar, pues en el último minuto se pitó una falta contra España, lógicamente injusta, pues, a juicio de los desapasionados comentaristas  el árbitro favorecía  sistemáticamente a    Portugal. Ronaldo actuó  de mala fe, pues lanzó el  balón precisamente por donde De Gea  no  esperaba. Y, claro, fue gol. El empate se consumó. Fueron instantes dramáticos: se produjo un silencio sepulcral que  rompieron los locutores- agitadores  describiendo  argumentos, excusas y despreciando a  Ronaldo, pues se trataba del jugador mimado del Real Madrid.  Gracias a su dialéctica,  profesionalidad y  patriotismo los comentaristas recuperaron la tranquilidad de los televidentes y transformaron un humillante  empate en triunfo sobre  los portugueses. Porque  desde siempre han temido ser invadidos por sus vecinos españoles.


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