EL CASO DE JUANA RIVAS Y LA
CRUELDAD DE SU SENTENCIA.
Produce pudor entrar en este tema más propio de comadres y
prensa de la España Negra. Pero detrás hay una tragedia humana que descubre que
la justicia con todas las leyes y los jueces tan sabios y justos, están produciendo
a la madre y a sus hijos un trauma que les afectará para siempre. Un juez del
ala progresista al ser interrogado al respecto en una entrevista, responde que
el problema es complejo, porque está afectado por diferentes jurisdicciones contradictorias, complicadas con legislaciones
y tribunales de diferentes países. Expresa
que comprende la decisión de la madre de incumplir la resolución de un juez de
Granada de entregar a los hijos de corta edad al padre, maltratador condenado por sentencia, para ser enviados a Italia. Los hijos sufren porque, lógicamente, se niegan a separarse de la madre. Al pedirle
su punto de vista, el juez entrevistado aconseja a la madre que entregue
a los hijos, que confíe en la
benignidad del juez y porque puede decretar su encarcelamiento por
incumplimiento de sentencia. Si entregase a los hijos, quedarían bajo jurisdicción italiana y el abogado de Juana
teme que ya no vuelvan con su madre, habida cuenta del currículum del padre. Estos
son los jueces y los tribunales que tienen como misión impartir justicia y velar
por la armonía en las relaciones sociales. Porque, además, las leyes enfatizan el derecho prioritario protector de los
menores, por lo tanto, la decisión del juez de Granada es contradictoria e
inhumana, por muy ajustada que sea a la
ley. Algo tiene que estar fallando en las leyes o en la sensibilidad de los jueces, pues la parte más débil que son
los niños, deben ser entregados a quien temen y no quieren, ya que saben que su
padre ha maltratado a su madre. Argumentar conflicto entre las legislaciones según las
jurisdicciones o que sea de aplicación el derecho italiano contradice la sabia cita bíblica: “No está el hombre hecho para el
sábado”. El juez de Granada es víctima del rigor de las propias leyes, pues
no es capaz de darles una interpretación humanizada que obvie la insensibilidad
inevitable del legislador, quien se limita a redactar leyes en despachos, y los políticos a aprobarlas en el Parlamento;
con la frialdad que caracteriza la actuación de sus señorías. Los jueces limitan
su responsabilidad aplicando el
socorrido principio: “dura lex sed lex”. Dado que el bienestar de los niños o
el dolor de la madre no está contemplado en las leyes, ésta tiene que actuar apelando
al derecho natural por encima de leyes injustas que en lugar de administrar
justicia, provocan situaciones inhumanas que a los jueces les suena a chino, pero que las
aplican aunque sean crueles e injustas. Aducen
que ellos no son los que las promulgan,
que es misión de los legisladores. Tendrían que dar muchas explicaciones a la
ciudadanía para justificar moralmente esta sentencia. A partir de aquí, la
prensa ya se encargará de darle un tono de folletín, descubrirá otro nuevo caso
con morbo y los afectados tendrán que sufrir la indiferencia de una sociedad
manipulada que se mueve por instintos. Y los jueces separando madres de sus
hijos y protegiendo a Rajoy en su comparecencia ante los tribunales.
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