FRANCISCO CONDENA LAS MURALLAS.
El Papa ha denunciado públicamente y con todo rigor al candidato a presidente del partido
republicano, Ronald Trump, que alguien
que proyecta una barrera de alambradas y muros de 2500 Km. para evitar que
los emigrantes del sur pasen ilegalmente a EEUU, no es cristiano, por mucho que
así se proclame. La respuesta del histriónico candidato a tales denuncias tienen escaso interés, pues es una sarta de
ofensas que más que nada le degradan y muestran su calaña. No obstante, se perfila
como un candidato con posibilidades: es
la mentalidad tan elemental e ingenua
del pueblo americano, que, curiosamente, está compuesto por emigrantes de todos
los países y razas. Francisco, con sus valientes declaraciones se está
convirtiendo en el lider moral de una humanidad doliente que está demandando
justicia y dignidad. Nos está pasando a todos por la izquierda y ya no vamos a
poder argumentar con fundamento que la iglesia católica siga siendo el ariete
de penetración del liberalismo montaraz que ha sido hasta ahora desde que se
alió con Constantino hace ya algunos años. Se está convirtiendo en el icono del
progresismo, pero con el detalle novedoso de que proclama la justicia y la
verdad desde parámetros no violentos ni odios o luchas fratricidas: lo hace desde la
sencillez de los textos evangélicos que proclaman la predilección de su
fundador por los pobres, enfermos y sin esperanza. Lo que en el lenguaje actual
serían los emigrantes que se ahogan por huir de sus países en guerra, los homosexuales
a los que se les ha degradado y humillado, a los desahuciados por los bancos
por no pagar sus hipotecas, los que no
tienen recursos para vivir porque no tienen trabajo, a los prisioneros que
están en las cárceles por motivos de conciencia, a los niños ahogados en las gélidas aguas del Mediterráneo
porque los países ricos no les dejan ocupar un espacio en el planeta que es de
todos, no sólo de los poderosos. Nos interpela a los que protestamos, pues es
sólo verborrea vacía que nos sirve de disculpa ante la acusación de nuestras
bien domadas conciencias haciéndonos
cómplices de políticos como los
impresentables Trump, Bush, Rajoy y “piezas” similares, pero también lo somos
de los banqueros sin alma, de corruptos cuyas historias sirven para llenar los
espacios en la prensa atiborrándonos de
información hasta que nos asfixiamos sin dale valor a tanta tragedia. Desde Euskal Herria animamos a Francisco para que
continúe con su valerosa denuncia, tanto dentro de la Iglesia como en este
mundo en el que todos tenemos derecho a vivir con dignidad.
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