“EL TRIGO LIMPIO” DEL CARDENAL CAÑIZARES
Este cardenal, arzobispo y otros múltiples títulos que
posee, ha mostrado sus dotes humanistas y su caridad cristiana respeto a los emigrantes que tendrán
autorización para refugiarse en España por mandato de la UE. Hace la afirmación
capciosa sobre la calidad de los perseguidos que huyen de zonas de guerra,
extendiendo la duda de si todos ellos son
“trigo limpio”(sic). En su trompicada explicación ante los medios hace un canto
al más carpetónico y trasnochado nacionalismo español, agravada,
dada su condición de jerarca de la iglesia católica. Sus tan indignantes y
ofensivas opiniones le han obligado a disculparse públicamente ante la reacción de la población que considera
racistas y contrarias al evangelio. Con
palabras medidas y procurando no comprometerse, quiere rectificar afirmando que
se han sacado sus palabras de contexto, que siente un amor profundo por los
emigrantes y que está plenamente identificado con el Papa Francisco. El
argumento del contexto, por reiterativo y oportunista, ya suena a castaño oscuro y las disculpas que expresa
rectificando sus declaraciones iniciales, más que nada las complica y producen
el rechazo de la
ciudadanía en general y especialmente de los
creyentes que se avergüenzan al escuchar la indignante sospecha
sobre la dignidad de seres humanos que están soportando una dolorosa y arriesgada huida en condiciones extremas. Que un prelado se
exprese con tanto desprecio y carencia de caridad hace que la comunidad creyente
se sienta ofendida porque no comulga en
absoluto con sus puntos de vista; por el contrario, se sienten doloridos y que
no les representa Cañizares. Un prelado heredero del franquismo al que apoyó sin
ningún pudor y está urdiendo una cruzada en contra de las medidas de apertura
de la iglesia por impulso del Papa Francisco. Lo grave es que no haya nadie que
frene su incontinencia verbal y que le mantengan como arzobispo de Valencia.
Quizá porque los que propugnan la apertura
estén confundiendo la prudencia con el temor a la reacción de la línea
dura eclesial que todavía tiene en su poder el aparato administrativo y de
gestión. Aunque deberían analizar si se pueden aceptar actitudes y
declaraciones radicalmente opuestas a la doctrina de Jesús. Su protagonismo
está desacreditando a la iglesia debería
ser destituido.
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