martes, 7 de abril de 2015

KUKUFRAKA Y EL NARCISO (borrador)



KUKUFRAKA Y EL NARCISO (borrador)
En la zona de Otxandio crece una flor humilde, pero a la vez de una gran vistosidad por su colorido amarillo intenso, por su figura y sobre todo, por tener un breve ciclo de vida de dos semanas,  apareciendo como anuncio de que los rigores del invierno finalizan y se acerca la primavera.  Tiene forma de campanilla que curva su tallo como signo de humildad y conciencia de su limitada existencia. Lo atractivo es que cuando aparece, los campos se colorean de amarillo formando  unos mantos  que a quien tenga algo de sensibilidad le emocionará. Es que tanta belleza es efímera: en los siguientes quince días  se desvanecen sin dejar ni un rastro y los campos se tornan de nuevo verdes. Su nombre en castellano es  Narciso y no es inocuo, pues  la leyenda griega  le ha dado nombre de flor  con una personalidad muy común entre los humanos. La  mitológía relatada por Ovidio, en síntesis, se refiere a un hermoso muchacho  por quien todas las damas se sentían atraídas, aunque su respuesta tenía mucho de soberbia y algo de hartazgo al verse acosado permanentemente. Esa sensación de ser admirado y deseado por todas le creó una personalidad arrogante y engreído por su belleza, de tal forma que transformó su personalidad en autoadmiración. Un atardecer, estando a la orilla del río,  se vio reflejado en el agua y quedó tan admirado de su belleza, que perdió el sentido  cayendo al río extasiado y se ahogó. De ahí el denominar Narciso a quien utiliza todos sus recursos para promocionarse y para que los demás le admiren. Por tanto, el euskalki de Otxandio muestra sobre la  flor una acepción totalmente diferenciada a la del castellano. En aquél, con un sentido romántico e intimista; en éste, responde a un ser odioso pagado de sí mismo y rechazado por la colectividad a la que quiere dominar con su superficialidad y fantasías. Lamentablemente los Narcisos son legión y su número no decrece en esta sociedad hedonista, al contrario del significado de KUKUFRAKA,  que su ciclo vital es una quincena ofreciendo su sencillo atractivo a todos los que quieran aprovechar el romanticismo y la levedad, pues nacen para morir enseguida. En el camino desde Oleta al Orisol  ha aparecido la humilde flor, pero ya ha cumplido su ciclo y hasta la primavera próxima no volverá a deleitarnos con su belleza.

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