KUKUFRAKA Y EL NARCISO (borrador)
En la zona de Otxandio crece una flor humilde, pero a la vez
de una gran vistosidad por su colorido amarillo intenso, por su figura y sobre
todo, por tener un breve ciclo de vida de dos semanas, apareciendo como anuncio de que los rigores
del invierno finalizan y se acerca la primavera. Tiene forma de campanilla que curva su tallo
como signo de humildad y conciencia de su limitada existencia. Lo atractivo es que
cuando aparece, los campos se colorean de amarillo formando unos mantos que a quien tenga algo de sensibilidad le
emocionará. Es que tanta belleza es efímera: en los siguientes quince días se desvanecen sin dejar ni un rastro y los
campos se tornan de nuevo verdes. Su nombre en castellano es Narciso y no es inocuo, pues la leyenda griega le ha dado nombre de flor con una personalidad muy común
entre los humanos. La mitológía relatada por Ovidio, en síntesis, se
refiere a un hermoso muchacho por quien
todas las damas se sentían atraídas, aunque su respuesta tenía mucho de
soberbia y algo de hartazgo al verse acosado permanentemente. Esa sensación de ser admirado y deseado por todas le creó una personalidad
arrogante y engreído por su belleza, de tal forma que transformó su
personalidad en autoadmiración. Un atardecer, estando a la orilla del río, se vio reflejado en el agua y quedó tan
admirado de su belleza, que perdió el sentido cayendo al río extasiado y se ahogó. De ahí el
denominar Narciso a quien utiliza todos sus recursos para promocionarse y para
que los demás le admiren. Por tanto, el euskalki de Otxandio
muestra sobre la flor una acepción
totalmente diferenciada a la del castellano. En aquél, con un sentido romántico
e intimista; en éste, responde a un ser odioso pagado de sí mismo y rechazado
por la colectividad a la que quiere dominar con su superficialidad y fantasías.
Lamentablemente los Narcisos son legión y su número no decrece en esta sociedad
hedonista, al contrario del significado de KUKUFRAKA, que su ciclo vital es una quincena ofreciendo
su sencillo atractivo a todos los que quieran aprovechar el romanticismo y la
levedad, pues nacen para morir enseguida. En el camino desde Oleta al Orisol ha aparecido la humilde flor, pero ya ha
cumplido su ciclo y hasta la primavera próxima no volverá a deleitarnos con su
belleza.
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