EL CELO DE LOS JUECES
Criticable es que los jueces emitan sus sentencias como simples
expedientes, pero peor es cuando les entra el celo justiciero y condenan a procesados
a miles de años de cárcel o a varias penas de muerte. Argumentan que se limitan
a aplicar las leyes. Por lo visto lo
hacen aunque sea con principios de
derecho absurdos... Es que su sentido común y sus profundos conocimientos de las leyes no les aclara
que miles de años no se pueden cumplir o
que no tiene sentido condenar a un reo a varas penas de muerte.? Hasta se llega
al absurdo en la justicia militar de condenar a un mulo o a un fusil por haber
producido una desgracia. La justicia de
EEUU es cómica si no fuera trágica: a quien se lleva a achicharrar en la silla
eléctrica se le hace un examen médico y si tiene alguna dolencia se retrasa la
ejecución hasta que recupera la salud. El argumento de que hay que cumplir las
leyes por ser un estado de derecho es coger el rábano por las hojas: no habría
que dar prioridad a lo que exige las constitución respecto a los derecho
primarios de la ciudadanía, como disponer de vivienda o un trabajo que permita vivir con dignidad?. Dado que
realmente los jueces tienen capacidad omnímoda
para interpretar las leyes, no sería más coherente que tuvieran en cuenta al
decretar un desahucio, qué circunstancias concurren en su decisión cuando se
trata de una familia que queda a la intemperie y de lo que pueden derivarse suicidios? Criterios
humanitarios no son considerados, pero sí condenar a varias penas de muerte, a
encarcelar a miles de años u obligar a
alguien que no tiene ingresos, a pagar una deuda que es metafísicamente
imposible, con consecuencias irreversibles que a los jueces les son
indiferentes. Si quisieran ser justos y
humanos, que se rebelen contra las leyes injustas y denuncien con vigor que se
les utilice como instrumentos de venganza. Que sean capaces de entender que sus
responsabilidades rebasan el cumplimiento de la letra de ley que debe estar al
servicio de las personas y no ser el instrumento para saciar los instintos represivos
de una sociedad sin principios éticos.
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