“FUEGO NO TAN AMIGO”
Los militares, con ese lenguaje tosco y cuartelero
característico, son amigos de los eufemismos para identificar situaciones y
actuaciones que llevan implícitas consecuencias dolorosas de sus actividades
destructivas. Dominan la semántica, como “repliegue” a lo que es una huida,
“bajas” a los muertos en combate. Hablan de “táctica” y “logística” para dar
categoría de ciencia militar a lo que simplemente es destruir, matar o morir.
El ejército americano es muy fértil a la hora de usar un lenguaje aséptico que
no produzca rechazo en la población que es quien soporta el coste de sus “juegos
de guerra”. También nuestras FFAA han aprendido a valerse de ese lenguaje críptico
y así, llama víctimas de “fuego amigo” las que causan medios de combate propios
de largo alcance a tropas de su propio
ejército, no a las del enemigo como sería de soie. Al hilo de este preámbulo,
en una entrevista a un veterano gudari del Eusko Gudarostea, al relatar la
cruel batalla del Saibigain, los
rebeldes atacaban con abundancia de tropa
y medios técnicos, concretamente la aviación era decisiva porque los vascos carecían
de esa arma, con lo que la lucha era desigual, aunque la defensa de los gudaris,
decía el entrevistado, fue una gesta heroica Sin embargo, como sucede a los
vencidos, no se les reconoce. finalmente les machacó y el
Saibigain fue tomado por los franquistas,
que era un punto estratégico clave. Pero todavía faltaba la actuación
de la aviación que no sabía que el objetivo había sido tomado, por lo que los
jefes ordenaron bombardear la posición liquidando a sus compañeros.
Gracias a su aéreo “fuego amigo” , como se denomina en la jerga militar a los
errores que causan víctimas a sus propias fuerzas, los batallones vascos
volvieron a recuperar la cumbre sin
disparar un solo tiro con el apoyo impagable de sus enemigo,
consecuencia de la proverbial eficacia, la formación, heroísmo y demás virtudes
castrenses que adornan los defensores de la patria.
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