SOBRAN JUECES Y FALTA JUSTICIA.
Dice un proverbio chino que “impartir justicia no es un
simple oficio, es un concepto filosófico que a menudo olvidan los jueces en sus
sentencias” Por eso no deberían ser nombrados jueces por el hecho de saber
muchas leyes. Aunque ignoran conscientemente que el reo es inocente por
principio, si bien ese principio de derecho es para los jueces un bello slogan etéreo que carece de valor y en la práctica el reo
debe demostrar su inocencia. Por eso hay que potenciar los jurados populares,
pues es cierto que los ciudadanos no dominan las leyes, pero poseen la
sensibilidad necesaria para impartir con equidad algo sublime
y trascendente como es la justicia. El pueblo debe exigir a los jueces no tanto
el conocimiento memorístico de las leyes, pues ello no presupone que sus
sentencias sean más justas. Sus sentencias deben responder a unos principios
éticos exigentes que supongan de hecho tener que rendir cuentas de sus resoluciones
ante organismos populares compuestos por ciudadanos de reconocido prestigio,
quienes deben aplicarles principios éticos para enjuiciar sus sentencias,
evitando aplicarles las leyes que los
jueces son capaces de aplicarlas para emitir un juicio tanto en el que un culpable real es declarado inocente como para
lo contrario: que el inocente sea condenado por culpable, y todo ello sin mostrar el mínimo rubor. Porque
esos jueces que han hecho un medio de vida de una misión con tanta
trascendencia, que han logrado una
carrera acumulando conocimientos de muchas leyes, no ofrecen garantía de
independencia ni de imparcialidad y sí terminan por adquirir una actitud soberbia e inhumana a veces, al
tratar a los ciudadanos que son enjuiciados en sus tribunales, sin mostrar ni
un ápice de comprensión o misericordia por quien en principio debe ser
considerado inocente. La justicia lenta, que se vale de astucias y triquiñuelas
para retrasar sus sentencias cuando reciben presiones del príncipe, la que crea
tribunales especiales y de excepción y que no está al servicio de pueblo, es la
que engendra “jueces para la venganza” que son los que imparten la justicia y quieren mantener sus privilegios y abusos sin
responder de sus astucias o engaños. Habría que aplicarles el refrán
“Arrogantes como un fontanero ante una avería de urgencia”
Un pueblo que tiene jueces justos es un pueblo feliz, tal
como lo proclamaban los profetas en el Antiguo Testamento.
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