LOS “CUENTITOS” DE
SACYR-VALLEHERMOSO
La picaresca española ha llegado a constituir un estilo
literario en todo el mundo. Los empresarios españoles la han incorporado a sus
negocios y en especial las constructoras que han hecho de ello un arte. SACYR se adjudicó las obras de la
ampliación del Canal de Panamá, una operación de dimensiones colosales que
suponía para la empresa entrar en el club de las grandes constructoras planetarias. Sin
duda que con gran repercusión en el prestigio de España. Para su adjudicación se
movieron todos los resortes económicos, políticos y diplomáticos que puso en activo el Gobierno. Logró su adjudicación con una baja de mil
millones de € sobre la empresa competidora que le seguía. Era una “baja
temeraria”, lo que supondría automáticamente la eliminación del concurso. No fue así y siguió en el concurso. Pero es que en el plan se contaba con la experiencia acumulada
desde tiempos inmemoriales por las constructoras españolas que para adjudicarse
la obra la presupuestan con el único propósito de cubrir costes, pues saben que a lo
largo de la obra van a poder hacer cargos
a la propiedad en base a mil triquiñuelas que es lo que conocen bien.. Así la
Ciudad de las Ciencias y las Artes, de Valencia tuvieron un coste final del
quinientos por ciento sobre el presupuesto y otras más que haría tedioso su
detalle. De esta manera logran obtener los beneficios que rentabilicen la obra, sin tener
que pasar por afinar el presupuesto para competir con los otros que luchan por
lograr el contrato. Las constructoras españolas saben que las obras
públicas se adjudican con esa picaresca que se incluye en los pliegos
de condiciones. Según un experto, con el presupuesto no se lograba ni cubrir el costo del hormigón. Ahora que ya está realizada la obra en su setenta por ciento,
SACYR presenta al gobierno de Panamá unos sobrecostes superiores a los mil
millones de €, amenazando con paralizar la obra si no se le abonan en el plazo
de veinte días. La jugada tiene eco en la prensa internacional: periódicos como
New York Times, Wall Street Journal, y otros que disponen de información
rigurosa, han traído a primera página el asunto en términos entre grotescos y
humillantes, lo que contribuye a deteriorar la ya muy desprestigiada Marca
España que tanto cuidan su prepotente Presidente,
don Carlos Espinosa de los Monteros y el inefable don Juan Carlos Gafo, quien
tuvo el detalle amable de poner en twiter con afán de facilitar las relaciones entre
Cataluya y España, “Catalanes de mierda, no os merecéis nada”. Ahora el
gobierno manda a Ana Pastor, Ministra de Fomento, a solucionarle el entuerto a
SACYR, aunque el Presidente de Panamá, Ricardo Martinelli, ya ha respondido al
chantaje de la empresa que sus argumentos son “cuentitos”, que no piensa
aceptarlos y que la obligará a finalizar las obras de acuerdo con el
presupuesto y el calendario establecido. A las constructores españolas habría
que aclararles que el país ha dejado ya de ser su huerto privado, que en el
mercado internacional no les protegen como en España. Que el Gobierno les creó “El Banco Malo” para que eliminen de sus balances todos
los pisos sin vender, los préstamos fallidos de
los bancos y otras basuras que serán pagadas con cargo a los fondos públicos.
Parece que las autoridades españolas no aprenden: en Argentina nos nacionalizan
REPSOL, en Bolivia, a IBERDROLA, en Venezuela, al SANTADER… y un ilustre
periodista en una tertulia se quejaba con amargura: “Pero qué es lo que tienen
contra nosotros, será porque no nos perdonan que fuéramos los que descubrimos América?”
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