domingo, 20 de octubre de 2013

PONERSE EN EL LUGAR DE RAJOY



PONERSE EN EL LUGAR DE RAJOY.
Rajoy se ha equivocado muchas veces, alguna la ha reconocido, como cuando dijo por error que “todo lo manifestado por Bárcenas es falso , menos algunas cosas…”, pero el principal  ha sido su decisión de mantenella y no enmendalla, no querer reconocer que ha mentido y así se ha visto obligado a soportar su postura ya insostenible. Cuando empezó el escándalo de los trajes de Camps y otros menores, debió salir ante el público y reconocer los errores y lo que pudiera haber de engaño a la opinión pública. En realidad la ciudadanía lo que quiere es que se le gobierne con la verdad, aunque sea dura y duela. El caso de Clinton con la Lewinski fue paradigmático: mientras el presidente negaba aquella relación, la prensa le cercó mediáticamente, por eso tomó la sabia decisión de declararse culpable, utilizando eufemismos para que no fuera excesivamente descarnado. Y la población lo aceptó, lo olvidó y Clinton volvió a triunfar en las elecciones siguientes. Pero querer salir Rajoy del apuro, primero con pequeñas mentiras, luego, cada vez más graves e inverosímiles, buscando justificación a lo que no la tiene, se parece al  error del niño que miente y al que la madre le ha descubierto, y  que ahora se cosechan las consecuencias, por otra parte lógicas. Ya no es tiempo de acudir al Congreso a declarar lo que todas las evidencias demuestran que se ha creado una bola gigantesca de mentiras, engaños y disculpas en las que está involucrado todo su partido, está paralizando la acción del gobierno y la de todo el país porque tiene que vivir exclusivamente para defenderse de todos los disparos que le llegan de todas las direcciones. Quien se imagina al hierático y asustadizo Rajoy en su intervención ante el Congreso en agosto último, reconociendo que había cobrado en negro, que lo  declarado por Bárcenas y sus anotaciones contables son ciertas, que mandó destruir las discos duros de un ordenador bajo control judicial, que Cospedal, a pesar de su verborrea se metió en un jardín y al final le salió  su célebre “indemnización en diferido….” Se ha creado tal engendro sobre mentiras, que si las reconociera públicamente ahora, los destrozos tendrían consecuencias incalculables, quizá incluso tener que declarar ante un juez y ser declarado culpable él y toda la nomenklatura de su partido.. A pesar de la mayoría absoluta que tiene en el Congreso, ya no le vale para nada. Es que, Sr. Presidente, mentir es pecado, además de que no es rentable en absoluto. “Antes se coge…” Esa es la tragedia: ya no es tiempo de arrepentimientos, ahora está condenado a empujar siempre la piedra como  Sísifo, con la certeza de que volverá a rodar otra vez y deberá empujar de nuevo… Hasta   cuándo, Catilina?

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