miércoles, 2 de octubre de 2013

LA SINGULARIDAD DE LOS FUNCIONARIOS EN LA CRISIS



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LA SINGULARIDAD DE LOS FUNCIONARIOS EN LA CRISIS


 A pesar de que puede ser  doloroso ver que se congela el sueldo a los funcionarios por cuarto año consecutivo, es más trágico que haya más de tres millones de desempleado que no reciben  ni siquiera el subsidio y que no tengan expectativa de volver a trabajar nunca más. Sin embargo los funcionarios  han perdido capacidad de compra, sí, pero tienen garantizados sus puestos de trabajo. Ello  supone una discriminación, al observarse la vigorosa defensa de sus derechos como  funcionarios, pero que  no muestren ninguna solidaridad en favor de esos parados. Los funcionarios estaban acostumbrados a ser intocables y los problemas de los trabajadores privados les eran ajenos. Ahora que ven afectados sus derechos se defienden apelando a la solidaridad, cuando hay otros colectivos olvidados porque tienen escaso poder de convocatoria. Sería injusto generalizar la crítica a todos ellos: el personal de la  sanidad pública es un ejemplo de entrega, profesionalidad y afecto por los enfermos. Lo mismo habría que decir de los docentes, que tienen que bregar con la maravillosa, pero dura responsabilidad de educar a nuestra juventud, haciéndolo con plena profesionalidad. Pero existen colectivos que no tienen el reconocimiento ni la comprensión de la población por su actitud despectiva: los ertzianas que se dedican a aporrear a ciudadanos por el delito de manifestarse por no tener trabajo y les embargan la vivienda por no poder atender el pago de sus hipotecas.. Disparan sus fusiles con saña a bocajarro y se ocultan  detrás de pasamontañas para  no ser identificados.  El personal de los juzgados que van a los domicilios  que el juez determina  embargarles la vivienda y lo hacen impávidos, como si estuvieran rellenando estadillos. Los jueces insensibilizados, que imparten sus sentencias  sin tener en cuenta que esos enjuiciados son seres humanos. Que en los juicios tienen actitud de señores feudales y que mantienen una parafernalia intimidatoria, ante la cual el reo debe añadir a la tensión de la sentencia que espera, el desprecio e ignorancia del juez, quien con una actitud distante, cuando no humillante, le hace sufrir innecesariamente para mantener el espíritu medieval inquisitorial de los juicios y lo aleatorio de las condenas. Tampoco son  estimados los inspectores de hacienda que someten a temibles sesiones de revisión fiscal a pequeños contribuyentes, pero que se  muestran sumisos y  aplican la ley en los términos que favorezcan al gran defraudador que se ha constituido en el héroe envidiado por los insignificantes súbditos que carecen de quien humanice la justicia y tienen que pagar el afán de protagonismo de estos jueces soberbios que creen que la sociedad no les admira como ellos creen merecer.. Por eso, habrá que ser críticos con esas manifestaciones reivindicativas de esos funcionarios que, bajo  apariencia de servidores de los ciudadanos, realmente buscan seguir siendo cuerpos privilegiados que no quieren someterse a las medidas de austeridad general que se imponen a toda la población. Habría que aplicar a esos funcionarios prepotentes el dicho: “Un tipo listo siempre tiene razón, aunque se equivoque”.·

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