viernes, 10 de abril de 2020

J`ACCUSE: NO A LA MANIPULACION


J´ACCUSE:  NO  A LA MANIPULACION
Tomo prestado el título de la novela  de Emile Zola, para expresar mi respetuoso, pero enérgico reproche a la mayoría de  medios de difusión españoles que en estos momentos de  riesgo de supervivencia de la humanidad  aprovechan  para transmitir información frívola trufada de amarillismo,  pues  como servicio público debe  responder a la ética   exigible   a todo profesional en  lo  que se refiere a la información veraz  como fundamento crítico para orientar a la opinión de la ciudadanía en la dirección  correcta evitando la morbosa  que interese a los opinión makers. Porque el exceso de información a la que están sometiendo a la opinión pública supone una voluntad  de manipularla, ya que, además de contradictoria y masiva, la ciudadanía no  es capaz de asimilarla y tomar conciencia  de las diversas  expectativas posibles, lo que provoca más   tensión y  les puede  inducir  a decisiones irresponsables que en condiciones normales excluiría. Con el agobio que ejerce sobre la ciudadanía y teniendo  en cuenta que en estos momentos  la libertad de prensa es un tesoro a preservar, muchos han decidido abstenerse de  informarse a través de los medios de difusión como  asepsia para evitar la contaminación ideológica que proyecta el ventilador activado, lo cual es una solución irresponsable, pues la información es imprescindible, pero la veraz es el único  medio eficaz  para enfrentarse a esta situación de caos de la  forma  menos traumática posible. En épocas  de emergencia hay que evitar rivalidades, venganzas  y ajustes de cuentas partidistas. Realmente el espectáculo tendencioso que continuamente  ofrecen los teleberri de las cadenas subsidiadas,  tertulianos mercenarios  y los artículos de opinión escritos al dictado,  muestran el fracaso de los programas de enseñanza y  ética de los  periodistas. No es válida la disculpa de que son los directores quienes marcan la  línea de  opinión: todos los periodistas tienen conciencia de  que la  profesión tiene como límite  la verdad  y,   en consecuencia,  la exigencia de  dimisión en caso de incompatibilidad con la línea ideológica del  medio.




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