ESPAÑA: TARJETA ROJA
EN EUROPA
La OTAN pide disculpas a Estonia porque un Eurofighter
español ha disparado por error un misil
en unos ejercicios militares en el Baltico.. Como primera medida los dos
aviones españoles participantes han sido expulsados de los ejercicios. Nos hemos convertido en un
peligro para nuestros socios militares y nos sacan tarjeta roja. Si en el terreno militar estamos en el furgón
de los torpes, peor nos va en el de la
justicia, pues nuestros jueces constituyen un peligro porque los tribunales
europeos impugnan sistemáticamente sus sentencias. Además, nuestro sistema judicial no respeta las reglas de juego que regulan las
relaciones mutuas. No tienen consecuencias
los informes de inspectores internacionales quo investigan
si se respetan los derechos de humanos de los presos vascos en cárceles.. El ministro Marlaska ante la interpelación de una diputada sobre el Informe Aranzadi ,realizado según el
Protocolo de Estambul analizando denuncias de tortura en comisarías y cuartelillos
en el que se demuestra que más de 4000 presos vascos han sido torturados, responde lacónico que “los datos del informe son falsos y que la única verdad es la
judicial”. Sin consecuencias. Resulta
cómica la argumentación para la imputación
por sedición del juez Llerena a Puigdemont
y otros políticos catalanes, resultando
sus sentencias rechazadas por los jueces alemanes y belgas que decretan su libertad.. Este juez es
el que aparece en las tiras de humor de
los medios europeos para más escarnio.
La guinda por ahora la ponen 750 jueces españoles que presentan una queja ante el Consejo Consultivo de Jueces Europeos
denunciando la presión social contra los magistrados del caso “La Manada”. Su
contenido no tiene desperdicio por su fanatismo
corporativo, pues no tienen nada que decir sobre el contenido de la sentencia que hace que aparezca
como ejemplo en las facultades de derecho del mundo entero por su “originalidad”..
Se echan de menos las disculpas de los sindicatos de jueces por esta
sentencia que debería hacer enrojecer de vergüenza no solo a sus redactores, sino a toda la judicatura por el
silencio cómplice al no condenar tal
engendro, pues la opinión pública
trivializa la justicia preescrita.
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