AMANCIO ORTEGA, EL MECENAS
QUE DESLUMBRA
El propietario de la cadena
ZARA ha donado 320 millones de € para adquirir equipos sofisticados para
investigar el cáncer. La reacción de la población va desde la admiración acrítica
hasta el rechazo por considerarlo caridad. A los españoles les apasiona recibir
regalos, aunque no tengan utilidad. Lo importante es que sea gratis. Es fácil
caer en la euforia al enjuiciar a un mecenas que dona elementos útiles para la
sociedad, pero se olvida que los derechos que tenemos como seres humanos no pueden estar
condicionados a la generosidad, sentimientos altruistas, de lástima o el estado
de ánimo del donante, quien posee una de las mayores fortunas del mundo . La
salud, la educación, las pensiones son derechos subjetivos deben estar garantizados
por los medios económicos que aporta la colectividad por la vía de los impuestos,
sin limosnas humillantes para quien paga
sus impuestos como es su deber. Sin entrar en el análisis de las intenciones u objetivos ocultos con los que se hacen, que
pueden ser perversos al decidir
realizarlas. No es de recibo argumentar que en todos los países
avanzados existen mecenas que, después de pagar
sus impuestos, desean hacer aportaciones voluntarias, pues se puede caer en la mitificación de quienes
han logrado acumular fortunas difícilmente justificables en términos de justicia social explotando mano de obra barata en países del
tercer mundo. Sería aun más intolerable si, además, tienen carácter finalista, imponiendo
el destino y la aplicación de los fondos. De hecho, resulta rechazable que se hayan orientado las donaciones hacia equipos de
detección del cáncer, sin atender a la denuncia de una plataforma de médicos
especialistas de ese área de la sanidad
que declara que en los hospitales dichos
equipos en la actualidad existe un
exceso y
están inactivos. Supone inmiscuirse en espacios que le son ajenos, pero
que los condicionan porque la alternativa es aceptarlo, de lo contrario, no hay
donación. Quien se sienta generoso debería entregar los fondos al correspondiente
organismo oficial, quien decidirá su aceptación, condiciones y el destino asignado.
Porque puede tratarse de una operación que pretenda ocultar fondos de posible origen dudoso o de una operación de cosmética populista. Si el sistema fiscal es justo y todo el mundo
paga los impuestos correctamente, no será necesario tener que esperar la hipotética generosidad de los
mecenas que imponen el agradecimiento
servil de políticos que tergiversan intencionadamente la justicia con la
limosna o la caridad..
2 comentarios:
Totalmente de acuerdo con tu argumento, Javier, tan solo que paguen todos los impuestos, en el país, de las externalizadas empresas que poseen en los países que todos sabemos, no quiero esa paternalista caridad que tiene una recompensa en su declaraciones de impuestos, cuando es el Gobierno quien nos tiene que procurar una Sanidad pública y TODO lo que por dcho. nos hemos ganado con nuestro trabajo y la tan manida Constitución nos dice que es nuestro por dcho...Y "por muy españoles y mucho españoles"
Siempre saldrá algún defensor de estas altruistas donaciones diciendo que es "pura envidia al rico que se ha hecho asimismo"....lo de los salarios tercermundistas y el trabajo esclavo...otro día y´tal.
Saludos.
Agradezco tus opiniones, pues la mayor parte de los que lo han leído están en contra. Como dido en el artículo, los españoles aceptan todo lo que sea gratis. La dignidad es algo superfluo. Así nos va. A ver si quedamos para tomar un café. Salud
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