viernes, 4 de noviembre de 2016

LA CASQUERIA PERIODISTICA ESPAÑOLA


LA CASQUERIA PERIODISTICA ESPAÑOLA
La prensa española ha evolucionado, pues aquellas crónicas negras de “Puerto Urraco”,  de la España Profunda  para informar adecuadamente al pueblo sobre crímenes pasionales o venganzas entre vecinos, ha evolucionado y ahora sus crónicas se centran en la persecución implacable a políticos y personajes mediáticos, de los que se  publican aspectos morbosos que un enjambre de periodistas sin principios ni conocimientos, pero rebosantes de osadía, publican  detalles personales o sospechas sin confirmar:  es irrelevante, prima el rumor al que se da carácter de noticia, aunque tengan que desmentirlos,  sin  responder de los perjuicios  causados. Hay medios que pretender ser exquisitos con un tono aséptico: lo trasladan a los lectores como información objetiva. Sobresale La Sexta, en la que, bajo  imagen amenazadora y agresiva, Antonio García Ferreras, pretende dar lecciones de periodismo apoyado en aguerridos difamadores en tertulias en las que se despelleja a todo lo que decida que es noticia, con rumores que exaltan los instintos humanos más rastreros . Pobre de a quien él  apunte con su dedo acusador y piense que el periodismo  tiene límites. Tertulianos sin principios como Marhuenda, Inda entre otros, que añaden a esa caza inmisericorde del hombre aspectos morbosos que  ruborizan al espectador. Porque, además, ambos histriones disponen de un espacio permanente en  prime rate en el que su presencia ya constituye  espectáculo  disfrutando de protagonismo enfermizo. Con necedades que expresan  interrumpiendo a otros contertulios con decoro y respeto por los límites éticos de la crítica. También en ETB escarba en el estercolero un miembro de la casquería, aunque con lábel vasco y con pretensiones de original: es el “jatorra” Claudio Landa.  Con su obsesión por  interrumpir permanentemente a los contertulios con detalles irrelevantes, mostrando su incultura, falta de respeto, ironizando sobre la fama de los que  somete al tercer grado, destrozándoles sin compasión. Es de justicia, sin embargo, resaltar  otros profesionales ejemplares que acreditan su ética y que aportan con esfuerzo  información veraz, valorada por los  interesados en conocer la verdad.


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