EL FISCAL HORRACH
HUYE COMO UN VALIENTE.
En comparecencia pública ante
la prensa comunica que abandona la carrera fiscal, despachándose contra el juez
Castro, instructor del Caso Noós, en términos personales agrios y ofensivos, no
guardando siquiera las formas de cortesía. Todo ello por el caso en el que está empantanada una
miembro de la Casa Real, bien conocido gracias a la basura que han ido
acumulando periodistas “expertos” en tribunales, sin aportar argumentos
objetivos para informar y no para despellejar a los acusados. La acusación es
ejercida por el fiscal Horrach, según la prensa, uno de los más prestigiosos de
España. Es sabido que la función de un fiscal es acusar en el juicio y además
conviene recordar que depende jerárquicamente del Fiscal General, quien es
nombrado por el gobierno, por tanto, sometido
a la cadena de mando. El juez Castro ha cumplido su cometido como instructor, para lo cual ha
realizado las gestiones que ha considerado pertinentes, en muchos casos
delicadas, pues es obvio que ha tenido que soportar presiones indignantes ante
las que se ha, mantenido con toda la
dignidad. Sin embargo, Horrach debe haber olvidado que su función es
acusar, pero sufre una transfiguración y se convierte en el
principal defensor de la encausada. Curiosamente coincidiendo con la misión de
la abogada del estado pues, su título así lo acredita, es defender los
intereses del estado. La abogada, en un
alarde de travestismo mental afirma que el lema “Hacienda somos todos”, es sólo un slogan publicitario sin efectos judiciales. O sea,
que los responsables de defender los intereses del estado se convierten en los
de la acusada. En la actuación de Horrach a lo largo del juicio hay pasajes lamentables
de ataques personales a la actuación del juez instructor .al que considera que
se ha dejado influir por la prensa y que, por afán de protagonismo crea una
ficción en lugar de instruir el juicio. En su alegación final pido la
absolución de la acusada, con una actitud agria y ofensiva contra los abogados de la acusación,
lo que hace pensar que estaba siendo presionado por instancias superiores.
Decide dimitir antes de conocerse la sentencia del juicio porque teme que se
ponga en evidencia su extraño derrotero como fiscal. Termina su alegato tenso y con una
actitud que le descalifa profesionalmente. , La falta de rigor en el cumplimiento
de su responsabilidad le ha llevado a huir para su propio desprestigio.
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