miércoles, 20 de julio de 2016

ATENTADO EN NIZA: LA SOLUCION ES RESIGNARSE?



ATENTADO EN NIZA: LA SOLUCIÓN ES RESIGNARSE?
Estos iluminados que creen que ganarán el cielo con su locura asesina  están logrando poner en jaque al gobierno francés y  amedrentando al pueblo inocente que no es culpable de la tozudez de sus dirigentes, convencidos que  evitarán tales carnicerías con policía, ejercito y bombardeando ciudades en las que se esconden las peligrosas bandas de terroristas compuestas por niños, mujeres y civiles. El gobierno no sabe cómo hacer frente a los suicidas que actúan cuando lo creen oportuno para lograr publicidad. Querer solucionar un asunto de tanta complejidad con medidas de fuerza; policías ocupando el país, con el ejército desplegado, con militares incapaces de discernir que su presencia inútil en las calles está siendo el caldo de cultivo que induce al aterrado pueblo francés a  pasar del terror a la indignación y a convencerse de que Hollande, Vals y sus  consejeros militares siguen empecinados en mantener “La grandeur” por medio de la  represión  ciega. No han captado aun que es lo que buscan los terroristas. Habría que aplicarles  el dicho castellano: “Querer lavar la cabeza a un burro es gastar tiempo y jabón”. Deberían recordar su huida de Dien Bien Fu, las carnicerías del  ejército y policía a  patriotas  en Argelia y su  humillante salida,  sin todavía haberles presentado disculpas. Todos estos hecho históricos no son suficientes para hacer  reflexionar a los políticos para que entiendan que el estado de sitio virtual en el Exágono es el origen remoto del espíritu vengativo de esos franceses de origen argelino, a los que el gobierno, para estimular su integración en la sociedad, les margina en los “banlieu” en los que los únicos servicios  son los policiales; sin escuelas ni expectativas de salir de la marginalidad. Por ello no es extraño que en comunidades hacinadas, incultas y muy mediatizadas por clérigos que proclaman  la guerra santa, se genere una respuesta  fanática  entre esa población a la que el gobierno  desprecia y humilla. Con su política de fuerza, Hollande  hace gratuitamente la campaña electoral próxima a Marine Le Pen, quien se regocija viendo pasar el cadáver de su enemigo y  será la ganadora en las próximas elecciones. El español Valls, en su ingenuidad suicida declara que no existe solución contra este tipo de terrorismo y que habrá que resignarse a convivir con él.  Todo ello en un contexto de agitación social por las reformas laborales anunciadas sin pasar por el Parlamento.


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