martes, 15 de diciembre de 2020

CONVERTIR LA VIDA EN ESTADISTICAS

 

CONVERTIR  LA VIDA EN ESTADISTICAS

Algo tenemos que estar haciendo mal, cuando los medio de difusión nos emborrachan a diario  contándonos los contaminados y muertos  provocados por la Covid 19, con ese aire  con el  que se  publican las estadísticas expresadas en todas las modalidades y clasificaciones posibles por expertos y que con  indiferencia  admirable  contradicen al cabo de  horas. Culpan a la ciudadanía como si se tratara de  colectivos  de simios que se comportan  según las normas que deciden unos teóricos  expertos que no  saben nada real sobre  este virus y  que  el sistema de lucha contra la pandemia se basa en  ensayo acierto- error, pero sin  asumir  ni un gramo de responsabilidad de sus errores porque desconocen  otras alternativas a  implementar tras de cada  fracaso. Fracasos  que atribuyen a la población a la que abroncan  con esa   soberbia  insultante y  rutinaria  de juez  infalible  que sentencia impertérrito a cadena perpetua lo mismo  a un drogata que atraca una farmacia,  que deja libre al evasor  poderoso y patriota que tiene sus fondos en una off shore en Panamá. Informan de números de contaminados o muertos, de hospitalizados, en las UCI como si se refiriera a  bajas del frente de guerra,  incapaces de comprender que son seres humanos que sufren, temen por su salud, unas familias que se preocupan de ellos, pero  que  son solo estadísticas. Su mundo son  las formas de las curvas de  infectados, las pruebas PCR, los test de antígenos, el LABI, las tensiones de las comunidades autónomas vasca y catalana con Madrid tratando de  resaltar  sus  signos diferenciales;  junto a  la Ayuso, que busca el enfrentamiento político  con  el Ministerio de Sanidad el cual  se limita a las ruedas de prensa plagadas de tópicos y de dar  consejos reiterados y sin contenido para evitar conflictos y limitarse  a dar explicaciones cuando las malditas estadísticas se descontrolan o  hay  éxitos, pues éstos son hijos de todos los padres a diferencia de los fracasos que son de la ciudadanía porque incumplen  las normas que las autoridades  no  entienden y las cambian para ver si suena la  flauta.

 

 

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