¿CON IVA O SIN IVA?
Hubo una época en la que eludir no pagar a Hacienda constituía un arte del que los
defraudadores alardeaban ante los que no se “atrevían”, no por conciencia fiscal,
sino por el terror de ser requeridos por
la inspección.. Liquidaciones impuestos fue una profesión muy valorada y consistía
en asesorar a quienes querían ocultar ingresos
o gestionar la búsqueda de facturas falsas
para tributar lo menos posible y sin
riesgos. Además de procurar mantener buenas relaciones personales con
los inspectores. Ciertamente a esa falta de conciencia fiscal colaboraba la Hacienda
y los inspectores que sucumbían ante la presión de sus superiores que querían promocionarse entre los
políticos y los partidos. La carencia de
conciencia social de los ciudadanos a la
hora de realizar una compra o una obra
en el domicilio venía estimulada por la posibilidad de pagar o no el IVA. Quién
podría resistirse a una posible rebaja del 21% en el precio? Realmente
no se puede afirmar que la justicia tributaria en este país haya progresado,
sería creer en la “ bondad intrínseca del ser humano”, según Rousseau. Aquí se va del
rigor desproporcionado sobre las clases
medias y populares, que a base de sanciones desproporcionadas y a su escasa formación
fiscal y facilidad de control de sus ingresos, se pasa a la tolerancia más absoluta con las clases poderosas, pues tienen
sus
patrimonios en múltiples escondites que las leyes les han reservado para que no los trasladen a otros países con presión
fiscal más benigna o nula. Por medio de las SICAV, los paraísos fiscales que los políticos “visitan”
y los bancos de negocios que realizan
todo el complejo proceso de gestión que garantiza a los evasores la total
discreción y la carencia de riesgos
penales. Además de que las instituciones decretan periódicas amnistías fiscales e incentivan espectaculares
donativos destinados a servicios públicos de los poderosos que son parte de los impuestos que defraudan.
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